lunes, 26 de mayo de 2014

Poder Ciudadano



El proceso de crecimiento y complejidad experimentado por la sociedad, las ciencias administrativas, la tecnología y el mercado contrastan con la rigidez de la República y el Estado. Esta realidad parece haber ganado la apuesta al pensamiento político del siglo xxi, el cual ha sido incapaz de sugerir una repuesta a dicho dilema.

La República  conforme a la teoría fundacional, es un sistema político basado en el imperio de la ley,  y sobre todo el principio de la igualdad ante ella. Pero, debe seguir siendo la ley el centro, la  razón  de ser y el objeto de estudio de la República  Hacia donde debe erigirse, y evolucionar la República como sistema político? Sigue siendo válido la definición subjetiva de la República como sistema político?

Qué tal si observamos a la República desde una perspectiva  ciudadana, distinta, por demás?

Pues bien, es justo reconocer que es a partir  de la segunda guerra mundial que crece el esfuerzo, sistematizado, de un concierto de países, en el marco de entidades multilaterales, como es el caso de las naciones unidas, en torno a qué hacer en favor de millones de ciudadanos viviendo, si vale el término, en situación de pobreza, e indigencia social, ante la mirada indiferente de la Republica, el Estado y, su matriz gerencial, el gobierno.

Los 189 países integrantes de las Naciones Unidas, reunidos en el año 2000, lograron definir y fijar los objetivos del milenio, en el contexto de un programa centrado en el desarrollo humano, que por vez primera colocaba en el centro de la agenda mundial, sino al ciudadano, a su condición de pobreza e indigencia social, algo loable y significativo a todas luces.

Si bien es cierto que este hecho representa un salto, una ruptura, respecto a siglos de olvido, a favor  del ciudadano que había sido visto como una pieza utilitaria y marginal, no es menos cierto que fue incompleto y que nos queda el legado, compromisario, de articular los cambios que ha de experimentar la visión y misión de la República, el Estado y el gobierno de cara  a resarcir al ciudadano Poder y rector del estadio y estado de cosas en su favor.

Sin embargo, hay que inferir que este hecho histórico ha de servir  en tanto ser útil a la evolución de la teoría, moderna, de la República.

Y siendo el ciudadano la figura rectora, a la vez que encarna y representa el sistema decisional, quien a su vez ejerce el sufragio y es el depositario, objeto, de los derechos humanos, sociales, jurídicos, y políticos, trasciende repensar su lugar en la nueva estructura funcional de poderes del Estado. Es importante destacar que, por igual, en el es que recae el derecho a escoger y designar a los gobernantes, aunque un tanto sesgado y distorsionado por los sistemas administrativos electorales y jurídicos.

El ciudadano, visto desde la perspectiva función electoral, y de quien es el actor principal, es la matriz y raíz posterior de la legitimidad y la soberanía del sistema político de la República.

Sin embargo, hay que decir en honor a la realidad que el ciudadano ejerce a media estos derechos y prerrogativas, aun consagradas de la constitución y las leyes, por lo que se requiere de establecer mecanismos y políticas de tipo instrumental que erijan, garanticen y conforten el poder real del ciudadano previo, durante y posterior a su dilatado ejercicio y voluntad expresada en cada caso en que lo manifieste el modelo.

El estadio y el estado del deterioro, progresivo, del poder ciudadano no ha tenido limites en la historia, aunque bien es cierto que ha habido pausa y pretensiones de dar y otorgar, en tanto concentrar y erigir, de manera real, jurídica, política y sistémica, la naturaleza, el ámbito, y las funciones y alcance del poder ciudadano. Esto implica una revisión doctrinal e ideológica de la teoría de la ciudadanía y el principio de la soberanía popular.

Hemos llegado a la conclusión de sugerir, a la vez que reclamar, erigir y dar rango constitucional al Poder Ciudadano en el contexto de las políticas públicas de reforma y modernización de la República, y el propio Estado.

El Poder Ciudadano, como parte fundamental de la nueva estructura función de Poderes del Estado, estará compelido a garantizar los derechos civiles, humanos, políticos, jurídicos, patrimoniales, financieros, y crediticios,  entre otros, a la vez que garantizar y centrar por vez primera la soberanía, real,  ciudadana en el contexto de la legitimización del ciudadano como eje transversal del sistema político de la República  del Estado, del gobierno, de los partidos y la democracia en su conjunto.

El Poder Ciudadano, habría que entenderlo como la entidad rectora y central del sistema de ciudadanía, la soberanía ciudadana (popular), el debido proceso ciudadano, el referéndum revocatorio, y el sistema de los derechos sociales, humanos, políticos, jurídicos, financieros, crediticios y patrimoniales del ciudadano, entre otros. Quien (?) ha de encarnar y representar, y como escoger a quien ejerza y presida el Poder Ciudadano, ..es una tarea de y para  una próxima entrega.

Nos queda, por igual abordar, el Poder Contralor, el Poder Político y el Poder Municipal en el contexto de la teoría de la democracia triangula,  del programa de reforma y moderación del sistema político de la República y el Estado. Un nuevo modelo de gobierno, está en agenda, por igual.


Miguel Angel Severino Rodríguez 

domingo, 25 de mayo de 2014

Una nación, un Estado, y una sociedad en bancarrota.



No hay posibilidad de superar el estadio de la pobreza, tan presente, en tanto caminar hacia un real proceso de generación de riquezas, divisas, ingresos y empleos productivos, sino no hay ruptura del y con el modelo de finanzas públicas actual.

Los gobiernos de turnos han tenido como prioridad,  en términos fiscal, recaudar ingresos a costa de los actores que generan riqueza (la empresa y el empleo productivo) sin parar en el daño que causa el modelo fiscal al aparato productivo.

En ese contexto cabe preguntar cómo (?) recaudar ingresos públicos en un mercado integrado por empresas que operan con altos niveles de precios respecto a los factores productivos que intervienen en su proceso de generación de bienes y servicios..

Como (¿) puede ser rentable el sector privado (el comercial, la industria, el turismo, la agropecuaria, energético, de servicio) si tiene que pagar una alta tasa de interés bancario, altos precios de los combustibles,  y sobre todo tener que soportar una entramada estructura tributaria con niveles ( promedios  impositivos) por encima del 50%, sumados todos entre sí.

Ante este cuadro en menos de tres años el sector privado (micro, pequeña y mediana empresa) ha de iniciar un ciclo recesivo, de quiebra, por efecto de una política de finanzas publicas contraria al desarrollo, y fiscalista por demás sin precedente en la historia nacional, y de la región.

Ojo al Cristo que es de cera!

Lo anterior no es todo, pues, a esta problemática hay que sumar el riesgo mercado que viene dado por la falta de titulación de la tierra (municipal, reforma agraria, comunera). Más del 80% de las tierras dedicadas a la agropecuaria carece o tiene titulo falso. Pero, igual sucede con la tierra urbana y suburbana de la municipalidad del país y sobre todo de la Macro Región Higüey, que es propiedad o de bienes nacionales, la reforma agraria o el Consejo Estatal del Azúcar.

Si a lo anterior sumamos la falta de mercado, seguro, para la producción local, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que estamos en un punto de inflexión del quiebre en masas, de la ruina, del sector productivo y de la industria nacional. El  modelo carga consigo la quiebra en serie del mercado local, y la deserción de la inversión y los inversionistas extranjeros.

El  sector productivo no puede lograr supervivir con un cuadro, tan adverso en materia de finanzas publicas, caracterizado por una política, permanente desde la década de los ochentas, de recurrir a los pasivos financieros para homologar los ingresos deficitarios respecto a los gastos excesivos en cada ejercicio fiscal. Hemos llegado a tener pasivos financieros por encima del orden de los 150 mil millones de pesos, como promedio, en la última década.

Un nación con más de  50% de su población vestida de pobreza, y con una clase media convertida en pobre,  no está en condiciones de financiar un Estado, un gobierno, con un presupuesto público tan elevado, y sobre todo con compromisos de gastos institucionales, corrientes, improductivos y duplicados e ineficientes.

En materia de política fiscal, y sobre todo de gasto público, se hace necesario tirar lastre al mar antes del naufragio. En tal sentido sugerimos cerrar, eliminar, la Cámara de Diputados, en tanto dedicar parte de los recursos ahorrados para financiar el plan nacional de titulación de la tierra municipal, suburbana y urbana, la tierra de la reforma agraria, la tierra comunera y sobre todo la tierra dedicada a la agropecuaria, a la industria inmobiliaria y el sector turístico.

El plan de reingeniería y reducción del gasto público, a lo racional, bien puede agendar la eliminación de los Ministerios de la Juventud y de la Mujer. Fusionar, en el Ministerio de Obras Publicas,  la Osoe, el Invi e integrar en todas las oficinas de Ingeniería de cada Ministerio.

En el plano de la seguridad nacional  y ciudadana se hace necesario dividir la policía nacional en tres departamentos: Policía Técnica, adscrita a la Justicia,  la Policía Ciudadana adscrita a la municipalidad, y la Policía Rural, adscrita al Ejercito Nacional para dar protección y seguridad al hombre del campo y al sector productivo.

En cuanto a el Ejercito Nacional sugerimos crear el Ejercito de la Zona Fronteriza, dejando a la Marina de Guerra la cuida del  mar, la Aviación Dominicana quedaría reducida a las tareas de protección del espacio aéreo y dar soporte al ejército en la frontera, a la policía urbana y rural y a la marina de guerra. Siempre llevando sus estructuras a lo necesario y útil...

por otro lado se impone eliminar el Instituto Agrario Dominicano, IAD, y el Consejo Estatal del Azúcar. El primero, el IAD, se ha convertido en una inmobiliaria y tenencia de tierras improductivas. Su razón de ser, en el contexto de la Alianza para el progreso, ha desaparecido. Hoy días es un estorbo, una retranca para la producción agropecuaria nacional. El Consejo Estatal del Azúcar, ni es estatal ni   produce azúcar, ni bueyes para el transporte. Es una carga para el Estado, por demás.

Se hunde el barco y la nación entera, la esperanza y el porvenir presente.

Miguel Angel Severino Rodríguez






el aeropuerto mediterráneo y el puerto marina, puertas del desarrollo..


Cuáles son las obras maestras que requiere la provincia de hato mayor con miras a ir tras la medalla de oro del estadio de desarrollo territorial?

Sin lugar a dudas que la construcción de un aeropuerto mediterráneo en el municipio de Hato Mayor del Rey, y la de un puerto marina en el Distrito Municipal de las Cañitas parecen la respuesta certera.

Por qué?

Pues, el puerto marina punta capitán, bahía de las Cañitas, abriría las puertas de la provincia, en la costa atlántica al mercado turístico de cruceros, de carga y descarga de bienes exportables como para el mercado interno.

El puerto marina, con la llegada de turistas de manera directa a la provincia, habrá de tener un impacto positivo en la demanda de habitaciones, bienes agropecuarios, transporte interno e interprovincial, y artesanía, entre otros.

Por otro lado, el aeropuerto mediterráneo vendría a ser la obra complementaria a la vez de contribuir  al desarrollo comercial, turístico, agropecuario, industrial, y cultural de los distintos municipios de la provincia.

Desde el Consejo Regional de Desarrollo Territorial, y en calidad de pasado presidente, hemos colocado en la agenda y estrategia regional de desarrollo estas obras, entre otras, de cara a crear las condiciones para lograr un mayor flujo de inversiones e inversionistas en la provincia, así como articular un conjunto de iniciativas dirigidas a generar riqueza, divisas, ingresos y empleos productivos.

Sin un puerto marino y sin aeropuerto, mediterráneo, legar al estadio del desarrollo nos será más lento, y difícil.

Los esfuerzos para culminar la concreción de estas y otras obras estratégicas para la provincia los vamos a continuar desde el Congreso Nacional, en calidad de Senador de la Republica de contar con el voto ciudadano, hatero.

Hatero, el desafío está en pie.

Es hora de dar el salto de paradigma en tanto ir tras el cambio de pensamiento, ético y moral  de los ciudadanos, y de los delegatarios del poder a través del sufragio electoral de mayo 2016.

El aeropuerto mediterráneo y el puerto marina han de ser las obras cumbres de nuestro legado en calidad de Senador de la República..

Tu, amigo, Senador


Miguel Angel Severino Rodríguez

sábado, 24 de mayo de 2014

Apreciado hatero..




Tengo la obligación de participarte la decisión de correr por la candidatura a  Senador por la provincia de Hato Mayor.

Te confieso, que no he querido ser descortés en esta ocasión..

Debo decirte, sin embargo que trabajo, cara a cara, con el liderazgo entramado a las cadenas de valor del territorio, en la elaboración de varios proyectos de desarrollo, en el marco de la  agenda de trabajo,  de la Mesa Técnica Territorial, con  miras a conocer, a profundidad, la problemática que nos separa del estadio del desarrollo…

Conozco, bien, la responsabilidad que asumo, junto a ti..

El desafío está en pie.

Asumo el reto de ser el Senador que espera un pueblo, digno de mejor suerte.

He decidido estar, en tanto colocarme, a la altura de las circunstancias, y sobre todo responder al llamado de la historia.

Nuestro territorio, pueblo, merece una oportunidad en tanto compartir y construir el camino hacia el estadio del desarrollo abierto y participativo.

Hatero,  contigo hasta el final.

Tu, amigo, Senador

Miguel Angel Severino


viernes, 23 de mayo de 2014

el debido proceso ciudadano



Si bien es cierto que el Estado, moderno, estructura corporativa y sistémica  de la Republica, consagra el principio legal del debido proceso con miras a garantizar el respeto de los derechos legales que posee una persona, no es menos cierto que el propio Estado carece de la figura del debido proceso ciudadano, eje rector y estratégico del paradigma ciudadano de la nueva teoría de la democracia triangulada.

El debido proceso legal crea a la vez que recrea un concierto de derechos garantistas a favor del ciudadano en términos jurídicos. Sin embargo, el Estado no aporta, ni recompensa al ciudadano, principal socio de la empresa social, ética, moral, jurídica, fiscal de la Republica, del propio Estado y del gobierno.

El ciudadano es el garante, patrimonial, financiero, crediticio, fiscal y tributario, a la vez que el agente del mercado, al igual  que la empresa, a la vez quien genera riqueza, de la que la Republica, el Estado y el Gobierno se nutren. Y no solo aporta riqueza, divisas, ingresos y empleos productivos, es a la vez el gerente, el operario de un modelo que lo excluye y le niega sus derechos propios.

Sin bien es cierto que el debido proceso de ley otorga al ciudadano algunas garantías, en torno al conflicto entre las partes no podemos decir que ello sea suficiente. Al contrario, fue y ha sido un parto inconcluso del sistema republicano, y que procura la teoría ciudadana de la Republica resarcir en el prólogo del siglo xxi.

El debido proceso de ley es una conquista, del ayer importante, insuficiente en calidad de renta, garantista, del socio principal del modelo de Republica erigido en la figura y el modelo ciudadano respecto a los valores y el carácter institucional que recrean y ofertan al ciudadano la propia Republica, el Estado, el Gobierno, y el modelo vigente político democrático.

De entrada la República, el Estado, el gobierno, la democracia partidaria se sirven de la riqueza que aporta y crea el ciudadano, en tanto es muy poco el aporte institucional, garantista, del Estado de derecho respecto al ciudadano.

Por otro lado es notoria y evidente la ineficiencia, holística, de parte del Estado y el gobierno, en materia de seguridad ciudadana, social, patrimonial, financiera, crediticia,  jurídica, y sobre todo en materia de política fiscal (con altas tasas de erosión y evasión fiscal). En segundo término la ausencia de una  política crediticia entramada a mercado seguro, unida a altas tasas de interés bancario, terminan por modelar un cuadro tétrico que condena y excluye al ciudadano del estadio del desarrollo incipiente.

El actor estratégico, protagonista de excepción, de un libreto que le pertenece por naturaleza, el ciudadano carece de una herramienta, de tipo instrumental e institucional que le permita preservar y recuperar los bienes que han sido creado con su aporte y su impronta, acervo, cultural, histórica, social, ideológica, filosófica, técnica y cientista. De el, ciudadano, deriva toda la construcción institucional burocrática de y la República, como sistema de gobierno. 

Que hacer (¿) en todo caso, y ante esta realidad.

Se impone, entre otras cosas, erigir la figura de la revocatoria del mandato, o mejor conocida como Referéndum revocatorio, el cual es un proceder ciudadano de participación civil y política, y que tiene su fundamento, doctrinal, en el principio de la soberanía popular que le pertenece en el plano teórico y que en ausencia de políticas y procedimientos, de tipo instrumental, no ha podido ejercer a plenitud.

El debido proceso ciudadano a consagrar en la nueva teoría republicana, del siglo xxi, estaría entramado, por decirlo de alguna manera, con la revocación corporativa e integral del mandato, el principio de la soberanía popular, la reforma y modernización de las macros funciones poderes del Estado, la democracia triangulada, democratización partidaria del ganador y la teoría de la conducción, participación y gestión democrática del gobierno.

En un tercer plano habría que erigir y dar rango constitucional al Poder Contralor, al Poder Municipal, al Poder Electoral, a la vez que instituir a la municipalidad en calidad de matriz del nuevo modelo, sistema, presupuestario.

En cuanto a la revocación del mandato ha de ser destinada para ejercer poder revocatorio no solo para el Presidente de la República, y el Vicepresidente, sino mas bien para  los funcionarios de primer rango, los legisladores (senadores y diputados), los alcaldes, así como para los todos los Jueces (Suprema Corte de Justicia, Tribunal Superior Constitucional, Procurador General, Fiscales, y para los miembros de la Junta Central Electoral.

La teoría del la democracia triangulada le otorga importancia capital a la doctrina y el principio de la soberanía popular, al debido proceso ciudadano, y la revocación del mandato, o referéndum revocatorio.

Hoy más que ayer se hace necesario colocar al ciudadano en el centro de toda ideología, doctrina, filosofía, y sobre todo el centro del sistema o modelo republicano, de Estado, gobierno y sobre todo del nuevo modelo sistema democrático partidario, la democracia triangulada.

 Continuaremos..


Miguel Angel Severino Rodríguez

La República, un modelo atrapado en el tiempo



Abordar la Republica, en el contexto de la sociedad del siglo xxi, es el desafío, presente de las ciencias sociales, la doctrina y el pensamiento democrático burgués. Superar la herencia epistemológica que da origen a la Republica, al Estado, al gobierno y a la partidocracia, de la era post monarquía, y de los siglos de las luces,  es el imperativo de la intelectualidad contemporánea.

El pensamiento político que tuvo a bien dar origen a la estructurara y arquitectura filosófica, funcional, organización y gerencial juega en contra de una sociedad que ha evolucionado, y que presenta grados de complejidad que rebasan la rigidez de los sistemas jurídicos y administrativos fundacionales, de la Republica, en términos históricos. Aquel estado de cosa quiebra el fuero, la moralidad, y el accionar del ciudadano, actual, cuyo carácter libertario le sugiere una ruptura con el paradigma del pasado, de y un modelo institucional envejecido.

Hay conceptos que han servido siglos de confusiones, por lo que compete a las ciencias sociales, a los expertos y a las teorías administrativas contextualizar. Nos referimos a los términos; Republica, Estado, gobierno, partido y democracia.

La confusión es mayor cuando la teoría administrativa o la teoría política, por separado, han tratado el problema de estudio sin la conexión epistemológica pertinente. No es posible abordar la republica ajena a la semántica y al entramado objeto,  de estudio, la sociedad, el actor protagonista de la misma, el hombre, los recursos naturales y  el territorio, la tecnología y el desarrollo, la norma de conducta social, moral y jurídica, y el propósito insoslayable de la construcción del bien ético, espiritual, político y patrimonial para la consecución de una vida plena objeto del desarrollo holístico del hombre y su hábitat.

La Republica ha sido, vista por los teóricos, como sistema político, y jurídico, entramado al imperio de la ley, a través de la constitución, o desde la óptica evolutiva del Estado de derecho, la soberanía, y la democracia, como un macro sistema político de tipo instrumental.

La sociedad del siglo xxi y sobre todo el estadio del desarrollo requieren de un cambio de paradigma respecto al proyecto de Republica como un todo, sistema, integrado el Estado, el gobierno, un modelo democrático en el marco del proceso de cambio y complejidad experimentado a nivel nacional e internacional por la propia sociedad, la ciencia, la tecnología, el mercado, los objetivos característicos del estadio del desarrollo a partir de la comprensión de  la teoría de la necesidad y la ley de la temporalidad del hombre, en calidad de ejes transversales de su propia existencia.

Por otro lado, desde siglos, el ciudadano ha venido siendo preso de un pensamiento, por demás obsoleto, respecto a la teoría de la soberanía, la libertad, los partidos, el Estado y la democracia.

Veamos.

La Republica es un sistema político centrado en el imperio de la ley,  donde la soberanía pertenece al pueblo, la forma de escoger a los gobernantes descansa en las mayorías, y la teoría de la división del trabajo sirve de soporte a la triangulación de las funciones poderes del Estado. Pues, nada más incierto, banal, barato, caro y costoso para el ciudadano común.
La ley es lo que menos impera, en tanto es secuestrada, vía mecanismos de control a partir del modelo o modo de escogencia de los jueces y la creación de las instancias judiciales, donde el Estado de partido impone, a través de los legisladores, su visión, su versión. Impone por demás los funcionarios a los que, en medio de la presunción de Juez, liberto,  en algunos casos,  las sentencias les son redactadas fuera del sistema judicial.

En un segundo termino no hay nada más incierto, y ajeno al ciudadano que el carácter, supuesto teórico, de la soberanía popular, pues esta descansa en un formato entreguista donde el debido proceso ciudadano, versión del debido proceso penal, no existe.

 Y es que una vez el ciudadano vota ha perdido, botado, su patrimonio democrático. En el modelo vigente el funcionario electo tiene patente de corso, e  impunidad otorgada. El marco jurídico lo protege y lo ampara el estado de cosas y modelo. En los casos de incompetencia, funcional, o de una gestión ineficiente  el sistema no repara al elector, ciudadano, el costo de su mala elección, a la vez que carece de sanción o de forma de ejecutar  cuando el prestatario de la soberanía ha infringido daños y perjuicios a la sociedad.

El modelo de Republica carece de sistema sancionador revocatorio de mandato en términos ético, moral, social, político y programático. De igual manera no ha previsto el legislador un sistema de sanción, en tanto no dispone de normas y políticas destinadas a cualificar y/o cuantificar la gestión, rentabilidad, de los funcionarios, los sistemas administrativos  y los organismos respecto a la capacidad y competencia para contribuir e inducir las entidades entramadas a las cadenas de valor del territorio a generar riquezas, divisas, ingresos y empleos productivos.

El modelo de Republica requiere evolucionar e ir mas allá del debido proceso del ley e  incorporar, entre otros, la figura del debido proceso ciudadano en términos políticos, en calidad de actor y rector del principio y el sistema de soberanía popular, ciudadana. El primero, debido proceso de  ley es un procedimiento de tipo instrumental garantista referido solo a los derechos, humanos, ordinarios, insuficiente por demás. Se hace impostergable, para dar rentabilidad al ciudadano, y ganancia de causa, erigir a la vez que dar rango jurídico al debido proceso ciudadano.

No hay nada más caro e ineficiente, en el estado de cosas de la Republica, que los principios del  imperio de la Ley, la libertad, y la soberanía popular. Estos no otorgan calidad, rentabilidad, ni efectividad al modelo. En el sistema político de la Republica y en el conjunto de las macros entidades que lo integran, el Estado y sus funciones poderes, el gobierno, y los partidos. Los perjuicios y daños son irreparables, y eternos. Desde esta perspectiva urge una ruptura del sistema y sus elementos constitutivos, a la vez que cambiar el paradigma.


Continuaremos..



Miguel Angel Severino 

martes, 20 de mayo de 2014

La República, un modelo atrapado en el tiempo (1)..



Abordar la Republica, en el contexto de la sociedad del siglo xxi, es un desafío  llamado a superar y que revela el estadio de atraso del pensamiento político, de la ciencia y las  teorías gerenciales responsables de modelar y estructurar toda la arquitectura filosófica, funcional, organización y gerencial de lo que ella, es en sí, de manera objetiva y subjetiva, de los órganos, los sistemas, los instrumentos, y procesos que la configuran en calidad de referente institucional rector de la vida y todo el accionar de la sociedad, las organizaciones, el objeto de ser, holístico, y de los múltiples objetivos modernos que cumple en torno al hombre libre, cuyo carácter libertario lo erige, en tanto lo recrea el debido proceso dialectico del desarrollo.

Existen varios conceptos que han servido siglos de confusiones académicas, y teóricas, y que, en contexto del presente artículo,  nos compete entramar en el contexto de las ciencias sociales y en particular de las teorías administrativas. Nos referimos a los términos; Republica, Estado, Gobierno, y Democracia.

La confusión es mayor cuando la teoría administrativa o la teoría política, por separado, han tratado el problema de estudio sin la conexión epistemológica pertinente. No es posible abordar la republica ajena a la semántica y al entramado objeto,  de estudio, la sociedad, el actor protagonista de la misma, el hombre, los recursos naturales y  el territorio, la tecnología y el desarrollo, la norma de conducta social, moral y jurídica, y el propósito insoslayable de la construcción del bien ético, espiritual, político y patrimonial para la consecución de una vida plena objeto del desarrollo holístico del hombre y su hábitat.

La Republica ha sido, vista por la teoría política, como sistema político, y jurídico, entramado al imperio de la ley, a través de la constitución, o desde la óptica evolutiva del Estado de derecho, la soberanía, y la democracia, como sistema de tipo instrumental.

La sociedad del siglo xxi, y sobre todo el estadio del desarrollo, requiere de un cambio de paradigma respecto al proyecto de República como un todo, sistema, integrado el Estado, el gobierno, un modelo democrático en el marco del proceso de cambio y complejidad experimentado a nivel nacional e internacional por la propia sociedad, la ciencia, la tecnología, el mercado, los objetivos característicos del estadio del desarrollo a partir de la comprensión de  la teoría de la necesidad y la ley de la temporalidad del hombre, en calidad de ejes transversales de su propia existencia.

Por otro lado desde siglos el ciudadano ha venido siendo preso de un pensamiento, por demás obsoleto, respecto a la teoría de la soberanía, la libertad, los partidos, el Estado y la democracia.


Veamos.

La República es un sistema político centrado en el imperio de la ley,  donde la soberanía pertenece al pueblo, la forma de escoger a los gobernantes descansa en las mayorías, y la teoría de la división del trabajo sirve de soporte a la triangulación de las funciones poderes del Estado. Pues, nada más incierto, banal, barato, caro y costoso para el ciudadano común.

La ley es lo que menos impera, en tanto es secuestrada, vía mecanismos de control a partir del modelo o modo de escogencia de los jueces y la creación de las instancias judiciales, donde el Estado de partido impone, a través de los legisladores, su visión, su versión en tanto en algunos casos las sentencias son redactadas fuera del sistema judicial.

No hay nada más incierto, y ajeno al ciudadano que el carácter, supuesto teórico, de la soberanía popular, pues esta descansa en un formato entreguista y donde el debido proceso ciudadano, versión del debido proceso penal, no existe en tanto que una vez el ciudadano vota, ha perdido para siempre su patrimonio democrático, el voto, el cual solo sirve para regalar, prestar, rentar, alquilar, poder cada cierto tiempo,  a un funcionario (Presidente, legislador o munícipe) que una vez electo no hay forma de que pueda honrar, saldar, la deuda social,  republicana del modelo respecto al elector. 

En una que otra ocasión llega la República, el modelo,  a la incompetencia, funcional, a la vez que no responde a las expectativas prestatarias ofertadas tras el voto. En otras tantas ocasiones recibe el ciudadano una mala, pésima, gestión, o el usufructo del poder prestado de parte y en  provecho personal, del funcionario..

El modelo de República carece de mecanismo para inducir al funcionario a honrar  el compromiso social con el elector en términos ético, moral, social, político y programático. No tiene la República un conjunto de normas, un sistema burocrático, funcionariado,  centrado en méritos y competencias a la vez que premia el modelo la no articulación de políticas públicas orientadas a generar riquezas, divisas, ingresos y empleos productivos a través de las entidades entramadas a las cadenas de valor del territorio.

El debido proceso de ley es una política de tipo instrumental garantista, en lo que concierne al sistema judicial, a las partes vinculadas y actores del conflicto. Sin embargo, no existe la figura del debido proceso ciudadano donde este le otorgue protección y garantía, al ciudadano, por las malas prácticas institucionales de la República, del Estado, del Gobierno y de sus funcionarios.

No hay nada más barato e ineficiente, en el estado de cosas de la República, que los principios del  imperio de la Ley, la libertad, y la soberanía. Los altos niveles de inseguridad ciudadana, jurídico, político, patrimonial y financiero; los permanentes déficit fiscales, y pasivos financieros, el alto costo del dinero en el mercado, el alto gasto corriente en que incurren los gobiernos son más que suficientes, indicadores, de los cientos hallazgos negativos que nos obligan a pensar, en tanto reclamar un nuevo paradigma, una visión holística y humana del modelo agotado de la República que envejece de manera acelerada a la vez que brilla por su ausencia, cada vez más, un liderazgo ético, moral, y responsable en el quehacer burocrático que reclama el estadio del desarrollo, por venir.

Continuaremos..



Miguel Angel Severino 

lunes, 19 de mayo de 2014

Modelo costosiano de finanzas



..a menor costo mayor rentabilidad.

En un mercado hay, a saber, tres actores, estratégicos, que generan riquezas; la empresa, el agente productor y el trabajador. Estos necesitan, a la vez que procuran, producir al menor costo posible de cara a lograr mayores niveles de rentabilidad.

Generar riquezas, divisas y empleos productivos es el desafío permanente del mercado y sus actores, la empresa, los agentes productivos y el trabajador, si se quiere, a la vez que debe ser de y el interés, permanente y continuo, del Estado, y de su actor gerente, el gobierno.

Generar riquezas más que una misión, de Estado, es una hipótesis de trabajo cotidiana, un reto y un desafío de y en toda una sociedad que busca satisfacer y que esta llamada a suplir un conjunto de deseos y necesidades, propias, de sus fueros individuales y colectivos.

Del otro lado de la moneda (de la sociedad productora de riquezas) está el Estado, socio, obcecado en obtener ingresos, públicos, para saciar perfiles y niveles de gastos que, más que satisfacer sus crecientes deseos y necesidades, obstruyen y entorpecen el proceso de generación de riquezas, divisas, y empleos productivos, de parte de la empresa, los agentes productivos, y el trabajador, respectivamente.

Tal parece que empresas, agentes, trabajadores y el Estado son parte de un entramado con intereses desiguales, en paralelos, y contrarios por demás.

Se hace necesario, a raíz de la crisis financiera, de mercado, de las finanzas públicas y del déficit fiscal, creciente, que Estado y sociedad productora se encuentre en el estadio, del interés, común de generar, cada vez, mayores niveles de riquezas e ingresos respectivamente, sin que ambos tropiecen en la culpa ajena de la insolvencia, por un lado, y del reclamo de mayores niveles de participación en una riqueza diezmada por los crecientes costos y por los gastos imprevistos del Estado, y del estado de iliquidez provocado.

Como (¿?) crear más riquezas en el contexto de un estado de demanda, creciente, de ingresos públicos de parte el Estado, socio, sin mayores obstrucciones.

Pues de una sola manera, posible.

Una vez vistos los modelos administrativos fordista, taylorista, fayolista y toyotista, con perfiles más bien centrados en la organización y el factor productivo laboral, los primeros, desarrollados a finales del siglo xix y siglo xx, y uno más cercano a lo que debe ser un modelo productivo, el toyotista u ohnista hemos llegado a la triste conclusión de que no existe, en el mundo, un modelo productivo, per se, orientado y centrado y que tenga como ejes estratégicos el mercado, el Estado, la empresa, la producción, el mercado de consumo, y el costo de los factores productivos desde una perspectiva sistémica y holística.

Si como hemos visto hay y podemos articular un y el interés común, de parte de empresa, los agentes y los trabajadores y el Estado, en producir riquezas, divisas y empleos productivos, a la vez que servirse de ella, la riqueza, se hace más que necesario propiciar un clima favorable que integre y haga posibles los fines y propósitos, de ambos actores, en beneficio de la sociedad.

No es posible que los dos socios, interesados, se desvinculen y convivan ajenos al drama que los une y los afecta, en el contexto de un matrimonio llamado a corregir.

Pues bien, si aceptamos como válida la hipótesis de que "a menor costo mayor rentabilidad", se hace más que necesario entender y convenir que esta perspectiva, costosiana, ha de erigirse en el punto, deseado, de encuentro para nuestros actores socios de cara a replantear y construir un real modelo costosiano de mercado, productivo, y de finanzas publicas que llene las expectativas deseadas, de y por las partes, a la vez que permita crear las condiciones necesarias, por demás, que nos reclama el estadio del bienestar, desarrollo, y el progreso, individual y corporativos, de la sociedad contestaria del siglo xxi.

Pero, si fuere necesario llegar al estadio de una conclusión más convincente que la costosiana podemos argüir que nuestro modelo implica otros elementos importantes y estratégicos a saber.


El mercado, es el estado y el estadio del Estado.

Hoy día, más que ayer, se hace necesario priorizar el mercado ante todo y en todo modelo productivo. Desde esta perspectiva se requiere conocer y contratar, a futuro, la cantidad, calidad y precios de bienes transables a colocar durante un tiempo garante del propio mercado, conquistado.

El mercado es el primer eslabón de la cadena del modelo productivo, y la entidad que lo hace rentable y perdurable en el tiempo. Es la garantía de los actores productivos e institucionales, de la empresa, los agentes, el trabajador y el propio Estado.

El mercado es creado por, a la vez que crea, las condiciones objetivas y subjetivas, en la conjunción de actores y funciones, en la medida que erige y modela nuevos nichos, desde una perspectiva dialéctica generadora de sí, en una mismidad identitaria que lo conforta en y para el devenir presente..

El mercado es ante todo un modelo articulado para sí, y, en su perspectiva creadora, capaz de modelar su realidad creciente de demanda y oferta en una conjunción, en un verbo, en una acción, en un hecho que lo revela y lo releva cada vez creciente, demandante y creador de su propia realidad presente y futura.

El mercado es su propia garantía creada por su modelo holístico, riqueza creada, ofertada, demandada, consumida y atesorada en el acto, de mercado.
El mercado se releva, renovado, a sí mismo en su nicho creador.


El Estado es la realidad creada, a la vez que la crea.

El estado es el principal mercado, consumidor, y el mayor costo productivo, en adición a ser agente multiplicador y generador de las condiciones de mercado y del proceso creativo de riquezas.

Conforma, a la vez que es socio, la organización social, política, soberana y coercitiva, integrada por una conjunción de entidades tendentes a regular la naturaleza, vida, nacional de todos los actores sociales e institucionales que rige y rectoriza.

Desde esta perspectiva está dotado de la autoridad y potestad para erigir la norma rectora y directriz de la sociedad. El crea, el Estado, el modelo a la vez que modela su propia fisonomía y morfología funcional, organizacional, gerencial, patrimonial y financiera para perpetuar y sostener la sociedad que lo conforta y crea.

Esta complicidad rectora y gerencial lo lleva a propiciar el marco institucional garante del mercado, de sus actores, de su modelo y del logro de sus objetivos deseados de lo que este, el Estado, es socio y mayor consumidor.

Como (¿?) crea, el Estado, las condiciones para propiciar y garantizar el mercado y la generación de riquezas que a la vez consume.

Pues, bien.

Si el Estado es socio de quienes generan riquezas, y en modo ha de ser socio en procurar, crear y mejorar la formula, costosiana, para sentar las bases y condiciones permanentes del proceso productivo de riquezas.


Para lograr el estadio de las riquezas, el Estado, la empresa, el agente productivo y el trabajador tiene un estadio común donde apostar a un mejor presente. El costo decreciente.


Generar riquezas, es la apuesta de la empresa de la sociedad del siglo xxi.
La empresa es un actor de primer orden en el todo proceso o modelo productivo de cara al mercado. Ella es un cuasi mercado a la vez que es el principal actor en el reparto del largo metraje de la generación de riquezas, divisas y empleos productivos, en ingresos para el Estado, socio.

La empresa, desde esa realidad, es un actor a proteger, por su principal socio, el Estado creando las condiciones objetivas y subjetivas para deflactar el costo de los factores productivos de los bienes transables, y de cara a conquistar y a asegurar los mejores nichos y mercados para la producción nacional.

La empresa, de la sociedad del siglo xxi, cuenta con varios modelos administrativos, con la tecnología disponible en el mercado, la innovación y los recursos humanos necesarios para construir una marca país, competitiva, de cara al mercado internacional.

Costos, mercado, Estado, producción y consumo son actores sensibles e interconectados a la vez que partes de un matrimonio sin divorcio, condenados a mejor convivir en el estadio de la generación de riquezas corporativas.
Se requiere, pues, que empresa y Estado definan los ejes a modelar en un modelo creativo, costosiano, de cara a mejorar la producción de riquezas, divisas y empleos productivos.

Desde esa perspectiva se requiere articular un conjunto de políticas empresariales, innovadoras, de cara a redefinir los modelos de relaciones industriales, comerciales, laborales y de subcontrataciones, donde producir para un mercado seguro, y a bajo costos sean ejes, y estándares vinculantes en el tiempo.

El modelo costosiano de mercado, productivo y de finanzas publicas, apuesta por la reproducción del modelo a partir de modelo de la empresa, del mercado.
La riqueza crece y se multiplica a través el patrón y modelo de la empresa. Reproducir la empresa como modelo productivo es apostar al bienestar corporativo, al desarrollo y al progreso en sentido general.


La producción ha de ser el objeto de la empresa en la cadena y el modelo de riquezas.

La producción ha de estar entramada con y en la cadena de deseos y necesidades más sentidas de la sociedad y sus actores, los ciudadanos, la empresa, los agentes, el mercado y el propio Estado.

La producción mínima, y flexible para satisfacer un mercado (seguro) diverso y para estilos diferenciados bien puede ser parte y la clave del éxito, en adición a reproducir la eficiencia, la economicidad, la tecnología, y la innovación en el modelo productivo costosiano.
Esta perspectiva costosiana, holística, garantiza conjugar el todo y sus partes en la producción, en y el producto que la recrea.

Producir ha de ser una y la obsesión de la cadena, de los actores productivos, del mercado, del modelo, y del socio, el Estado.

Las características diferenciadas del clima, del factor tierra, del recurso humano, nuestra cultura, han de ser pilares de y en la ruta nueva hacia el estadio del bienestar, el desarrollo y el progreso.

La producción corporativa, dentro y en el contexto del mercado y de la empresa tiene que con contribuir a modelar el modelo costosiano productivo.
Producir es consumir, y consumir es un acto, el principio de toda creación de riquezas.


A menor costo mayor rentabilidad.

Para crear riquezas se requiere ante todo de un conjunto o serie de factores productivos, los que a su vez constituyen, sumados, el costo de producción de los bienes y servicios.

En principio, desde los clásicos, se consideraba que generar riquezas solo era posible a partir de los tres factores productivos, básicos; la tierra, el capital y el trabajo. Hoy día bien se reconoce el hecho de generar riquezas a partir de otros, nuevos, factores productivos toda vez que la teoría ha consagrado otros factores básicos como parte de la cadena productiva.

La empresa, el Estado, la tecnología y la innovación son parte, ya, de los nuevos factores productivos y a su vez útiles y necesarios para cualificar y cuantificar el costo moderno de producción.

El costo sigue siendo, hoy más que ayer, el factor clave y estratégico en la cadena productiva responsable de la generación de riquezas, divisas y empleos productivos. La hipótesis del presente trabajo lo revela y lo dice, todo: "a menor costo mayor rentabilidad".

En tal sentido que sea factor de interés singular replantear y erigir el presente modelo a partir del costo, pues el pasa a ser la categoría semántica más importante del paradigma productivo y de la producción, per se.

El costo es el horno y centro de la producción, del modelo costosiano, y en él tiene que centrar sus energías, su mirada, su accionar el Estado, en tanto socio de la cadena, de la organización productora, en principio, por razones de costo, eficiencia, efectividad y economicidad, y sobre todo por cuestiones de riquezas y de ingresos que son los ejes que más le interesan y preocupan al Estado, en todo caso.
Si bien cierto que es la empresa, en particular, la responsable de la gestión del proceso productivo, no es menos cierto que es tarea y responsabilidad del Estado definir y articular las políticas púbicas que bien pueden alterar la cadena de precios de un conjunto de elementos que entran en juego para definir los costos productivos finales.

Con respecto a reducir el costo del dinero sin bien es una decisión del mercado es bien conocido que a través de las políticas públicas el Estado incide en reducir el riesgo que afecta y sirve de referencia para definir los % de la tasa activa de interés en un momento dado.

Compete al Estado, tal como hemos señalado en el contexto del presente trabajo, declarar de alto interés público la titulación de la propiedad privada, con carácter obligatorio, pues con ello colabora en la dirección deseada y correcta de reducir el riesgo bancario.

De igual manera el Estado, vía el Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Relaciones Exteriores, bien puede colaborar en conquistar nuevos mercados, bajo la modalidad contrato a futuro, para la producción nacional.

La titulación de la propiedad, mercado seguro, menor costo, un moderno modelo organizacional empresarial y un sistema productivo eficiente son motivos y razones más que suficientes para reducir a su mínima expresión el riesgo bancario y por vía de consecuencia reducir el costo del dinero, reflejado una tasa de interés competitiva entre un rango, escala, de un 6% y un 12% respectivamente.

Costo decreciente es, más que apuesta, un compromiso de parte la empresa y del Estado de cara hacia la búsqueda de formulas, permanentes, para garantizar reducciones en los costos de los factores productivos cada vez mas..
Esta filosofía, de mejora continua y permanente, es nodal y puntera de cara a mejorar la gestión de la empresa nacional y el propio Estado de cara al mercado en el marco de una sociedad abierta y sin fronteras cada vez mas..
Ahora bien, como llegar a deflactar el costo de los factores de los bienes transables del mercado interno, de cara a crear y mejorar la rentabilidad de las empresas, los agentes y los trabajadores.

Sencillo.

Lo primero es identificar los factores que más inciden en el costo de los bienes que genera el mercado. Elijamos uno, el dinero.

Costo del dinero

Como (¿?) reducir el costo del dinero sin afectar la rentabilidad de la banca.

Riesgo bancario

El costo del dinero depende del riesgo bancario.
Y el riesgo bancario depende a su vez de la titulación de la propiedad, de mercado seguro para los bienes transables, de la rentabilidad de las empresas, y los agentes del mercado, de la innovación y la tecnología del proceso productivo corporativo, entre otros elementos a considerar.

En tal sentido se hace necesaria la presencia del Estado para diseñar e implementar un conjunto de políticas públicas tendentes a facilitar y hacer obligatorio la titulación de la propiedad en el menor tiempo posible y al menor costo.

Una vez creadas las condiciones para reducir el riesgo bancario el Estado debe dar un segundo pasa en la dirección correcta y es la de reducir y/o fijar la tasa cero para el coeficiente de caja o encaje legal, en virtud de la banca nacional es lo suficiente madura como para gerenciar su vida bancaria desde esta nueva perspectiva.

Reducir o eliminar el coeficiente de caja coloca o libera una masa monetaria, considerable, en el mercado y para que esta no cree distorsiones mayores el modelo costosiano sugiere establecer una tasa activa de interés, flexible, minina de 6 %, y una no mayor de un 12% para la banca prestar a los productores agropecuarios, a los industriales, al sector hotelero, a la artesanía, a la metalmecánica, al sector de la construcción, a los proyectos de energías alternativas, y a la pesca entre otros sectores de interés general para el mercado.

La tarifa tributaria

La administración tributaria desconoce los hechos que graba el sistema tributario dominicano.

Otro de los elementos que incide en el costo de producción de las empresas, es el relativo a la tarifa tributaria, y más cuando en el caso nuestro la política fiscal ha tenido que recurrir a los pasivos financieros, en este caso recursos externos, para la formulación de los presupuestos públicos, durante las últimas dos décadas (tomadas como referentes para los fines de la presente propuesta).
Un presupuesto público financiado toda vez con recursos externos nos revela cierta dificultades burocráticas a saber y conocidas en el marco de los estudios, y de cara a los estudiosos de la problemática fiscal, tributaria y presupuestaria del país.

De acuerdo a un estudio, fiscal tributario, la erosión tributaria, durante los la última década, está por encima del 40%.

Para el año 2010 el Estado dejo de recibir una suma superior a los 115,1 mil millones de pesos por concepto de erosión tributaria tomando como base y muestra a los seis (6) tributos, que representan el 76,1% de los ingresos tributarios.
Esta situación contrasta con los recursos externos tomados para financiar el presupuesto público del 2010, por más de 80 mil millones de pesos.
Los ingresos públicos dejado de recibir por el Estado durante las dos últimas décadas es más que suficiente para financiar los presupuestos públicos, referidos a la serie, con recursos propios, y sin la necesidad de recurrir a los pasivos financieros, recursos externos por demás.

El Estado bien puede recibir mayores niveles de ingresos sin la necesidad de crear nuevos impuestos y sin la necesidad de aumentar las tasas de los ya existente.
Nuevos impuestos, en el marco de una reforma tributaria, para financiar un déficit que bien puede ser suplido por la vía de la eficiencia de los sistemas administrativos, vinculados a la administración tributaria, resulta innecesario, y perturbador al mercado, a la vez que incrementa los niveles del costo de los factores productivos de los bienes y servicios que genera el mercado interno.
No es posible explicar, en un mismo contexto, el hecho de que el PBI haya crecido y que algunos sectores hayan crecidos, en tanto este crecimiento no se traduzca en un incremento de la recaudación tributaria, y por vía de consecuencia en una reducción del déficit fiscal, presupuestario.

Hay un divorcio gerencial y una sinergia impropia entre el PBI, los niveles de erosión tributaria, el déficit fiscal presupuestario, y la propia recaudación de los ingresos públicos.

La tarifa tributaria ha de servir para financiar el presupuesto público, y no para reducir el capital de trabajo de la empresa, e incrementar el costo de producción de la misma.

En tal sentido, se hace más que necesario perfilar y modelar una estructura tributaria orientada a deflactar los costos de la empresa, y permitir, por vía de consecuencia, mejorar la tan anhelada y esperada rentabilidad empresarial en sentido general.

Bajar, en tal sentido, a un 15% el impuesto sobre la renta, a la vez que eliminar las exenciones, bien puede contribuir a reducir la erosión tributaria y a mejorar la rentabilidad empresarial y en consecuencia incrementar los ingresos públicos, de igual manera reducir el Itbis a un 8%, e eliminar las exenciones.

A mayores niveles de impuestos más erosión tributaria, mayores niveles de costos y menos rentabilidad empresarial.

Otros impuestos merecen ser estudiados con respecto a sus niveles de rentabilidad tributaria respecto al costo de administración de los mismos, en tanto otros han de ser eliminados en virtud de sus niveles de ingresos son inferiores al costo de administrarlos.

La tarifa eléctrica

Un factor de costo que roba rentabilidad al mercado es la tarifa eléctrica, toda vez que es una de las más caras en toda América.
Una vez reducido o eliminado el riesgo bancario y por vía de consecuencia reducir la tasa activa de interés a la vez que situarla por el orden del 8% o el 10% la segunda medida es revertir el costo de la tarifa eléctrica al favorecer proyectos de energías alternativas financiados con dinero más barato.

El insoportable costo de la tarifa eléctrica ha sacado a cientos de micros y péquenos empresarios del mercado, y contribuido, por igual, a reducir el consumo vinculante y traslativo en la cadena de valor agregado del comercio, y de la industria.

Ir por la energía eólica, mareomotriz y solar, entre otras alternativas, colocando a la vez parte de la masa monetaria pasiva a una tasa competitiva de un 6% o un 8% bien puede cambiar el curso y la suerte de la historia del mercado.
El modelo costosiano apuesta por sabiduría madura de la prisa.

La masa monetaria pasiva en el sistema monetaria sobre pasa los 100 mil millones de pesos, dinero suficiente para encadenar el modelo costosiano a los ejes pasivos del desarrollo que bien esperan por una ruptura del orden y de modelo.

Otros costos menores

Otros costos menores bien pueden ser incorporados a la cadena del modelo a partir del desarrollo e incorporación de tecnología de punta a la producción agropecuaria, industrial, y la pesca entre otras áreas del mercado.


Mercado
El Estado
La empresa
La producción
Costo decreciente

Sistemas y propuestas en que se apoya el modelo

Sistema de codificación patrimonial, sectorial, del mercado
Sistema integral tributario para el desarrollo
Bancarización de los ingresos públicos

Nota: el presente trabajo parte de
un estudio que establece la erosión tributaria en más de un 40%
la serie de presupuestos públicos financiados con recursos externos (1989 – 2010) que por razones de espacio no se anexa
de varios artículos del autor sobre la escasez, objeto de la economía, la crisis financiera se incuba en el modelo de finanzas publicas del Estado moderno
el estadio del Estado


Bibliografía consultada

Wikipedia, modelos fordista, taylorista, fayolista, y toyotista
Adam Smith, la riqueza de las naciones
David RicardoPrincipios de economía política y tributación
Thomas Robert MalthusEnsayo sobre el principio de la población
Milton Friedman, La economía monetaria
Política tributaria como instrumento del desarrollo, documento OEA, BID, DM, FMI
Serie de presupuestos públicos dominicanos 1989 – 2010


Miguel Ángel Severino




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