domingo, 18 de junio de 2017

Partidos, escuelas de corrupción e impunidad



Los partidos, políticos, han sido definidos como aquella entidad de interés público cuya finalidad es a de promover la integración y participación de los ciudadanos desde una perspectiva democrática en tanto ser garante y vía de la integración y representación territorial en la conducción del Estado nacional y local.

En teoría los ciudadanos, políticos, comparten intereses, sectoriales, visiones de la problemática territorial, principios valores, propuestas, proyectos y programas y objetivos compartidos. Los partidos constituyen la herramienta, plataforma, para alcanzar y ejercer el control del Estado, gobierno con el deliberado propósito de llevar a la práctica un conjunto la filosofía institucional respecto al estadio del desarrollo territorial.

Si bien es cierto que la historia de los partidos, facciones, han existido desde siempre, no es menos cierto que  el partido político, como lo entendemos ahora, es una construcción del siglo XIX en el Parlamento de Gran Bretaña con la organización estructural de los Tories y los Whigs en el Partido Conservador y Liberal respectivamente.

Pero, que nos queda como legado de los partidos del siglo xix?

Los partidos políticos del siglo xxi son una maquinaria, un modelo, donde la anarquía, la autoridad caudillesca, la corrupción y la impunidad imponen su dominio a favor de una casta que ha devenido a devorar todo vestigio de democracia, valores, y principios morales y convivencia ciudadana. El modelo y la estructura vertical de dirección despojan al ciudadano, militante, de toda voluntad, potestad, competencia, derechos y deberes sociales, institucionales, democráticos, y políticos…

Sin proceso de trabajo formativo, desprovisto de doctrinas, ideologías, principios y valores, éticos y moral, los partidos han devenido en ser maquinarias electorales al servicio del cohecho, la prevaricación, el nepotismo, la corrupción y la impunidad, pura y simple, a lo interno y desde el Estado, gobierno. Pobreza, miseria, delincuencia a granel, y pobres constituyen los mejores resultados, baratos y caros, de la vida partidaria y el modelo democrático que pregonan.

De manos de la vida partidaria el Estado, el mercado, han sido convertidos en instrumentos eficaces del subdesarrollo, la miseria, y la pobreza colectiva..

Todavía, bien puede ser barato y rentable eliminar a los partidos, y reducir el costo social, político y financiero que representan para el ciudadano, pueblo, el mercado y toda la sociedad, productiva, en su conjunto. Estamos a tiempo para pensar y erigir un nuevo modelo ciudadano partidario, horizontal, eficaz y eficiente y de bajo perfil costosiano, y sobre todo de alta rentabilidad moral y desarrollo territorial.


Los partidos han hecho de los valores, principios y la propia ciudadanía un mercado de intereses, compra y venta de conciencia, barato.

Los males y peores vicios de la sociedad del siglo xxi tienen pasaporte político, partidario..

El estadio del subdesarrollo colectivo es el activo más preciado de un modelo político envejecido, desgastado, y que hoy, más que ayer, pide, a gritos, la sociedad, toda, su desaparición.

Un Estado, Poder, Ciudadano es la esperanza, sueño, de un despertar colectivo que exhibe, con orgullo, la conciencia moral de una población, que el colectivo verde, desahoga sus ansias democráticas y de desarrollo conculcado por un ‘’liderazgo’’ estercolero que regentea la existencia de un modelo partidario que se resiste a toda muerte institucional, bien ganada en demasía.

La misión histórica de los partidos políticos ha tocado fondo.. querer prolongar su existir es un pecado y la peor afronta moral ciudadana.

La sociedad, toda, del siglo xxi asiste al entierro de los partidos como expresión, institucional, de la participación democrática y el sueño, truncado, del estadio del desarrollo territorial..

A las aulas del estadio moral ciudadano..


Miguel Angel Severino Rodríguez

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