..a
menor costo mayor rentabilidad.
En un mercado hay, a saber, tres actores,
estratégicos, que generan riquezas; la empresa, el agente productor y el
trabajador. Estos necesitan, a la vez que procuran, producir al menor costo
posible de cara a lograr mayores niveles de rentabilidad.
Generar riquezas, divisas y empleos
productivos es el desafío permanente del mercado y sus actores, la empresa, los
agentes productivos y el trabajador, si se quiere, a la vez que debe ser de y
el interés, permanente y continuo, del Estado, y de su actor gerente, el
gobierno.
Generar riquezas más que una misión, de
Estado, es una hipótesis de trabajo cotidiana, un reto y un desafío de y en toda
una sociedad que busca satisfacer y que esta llamada a suplir un conjunto de
deseos y necesidades, propias, de sus fueros individuales y colectivos.
Del otro lado de la moneda (de la sociedad
productora de riquezas) está el Estado, socio, obcecado en obtener ingresos,
públicos, para saciar perfiles y niveles de gastos que, más que satisfacer sus
crecientes deseos y necesidades, obstruyen y entorpecen el proceso de
generación de riquezas, divisas, y empleos productivos, de parte de la empresa,
los agentes productivos, y el trabajador, respectivamente.
Tal parece que empresas, agentes,
trabajadores y el Estado son parte de un entramado con intereses desiguales, en
paralelos, y contrarios por demás.
Se hace necesario, a raíz de la crisis
financiera, de mercado, de las finanzas públicas y del déficit fiscal,
creciente, que Estado y sociedad productora se encuentre en el estadio, del
interés, común de generar, cada vez, mayores niveles de riquezas e ingresos
respectivamente, sin que ambos tropiecen en la culpa ajena de la insolvencia,
por un lado, y del reclamo de mayores niveles de participación en una riqueza
diezmada por los crecientes costos y por los gastos imprevistos del Estado, y
del estado de iliquidez provocado.
Como (¿?) crear más riquezas en el
contexto de un estado de demanda, creciente, de ingresos públicos de parte el
Estado, socio, sin mayores obstrucciones.
Pues de una sola manera, posible.
Una vez vistos los modelos
administrativos fordista, taylorista, fayolista y toyotista, con perfiles más
bien centrados en la organización y el factor productivo laboral, los primeros,
desarrollados a finales del siglo xix y siglo xx, y uno más cercano a lo que
debe ser un modelo productivo, el toyotista u ohnista hemos llegado a la triste
conclusión de que no existe, en el mundo, un modelo productivo, per se,
orientado y centrado y que tenga como ejes estratégicos el mercado, el Estado,
la empresa, la producción, el mercado de consumo, y el costo de los factores
productivos desde una perspectiva sistémica y holística.
Si como hemos visto hay y podemos
articular un y el interés común, de parte de empresa, los agentes y los
trabajadores y el Estado, en producir riquezas, divisas y empleos productivos, a
la vez que servirse de ella, la riqueza, se hace más que necesario propiciar un
clima favorable que integre y haga posibles los fines y propósitos, de ambos
actores, en beneficio de la sociedad.
No es posible que los dos socios,
interesados, se desvinculen y convivan ajenos al drama que los une y los
afecta, en el contexto de un matrimonio llamado a corregir.
Pues bien, si aceptamos como válida la
hipótesis de que “a menor costo mayor rentabilidad”, se hace más que necesario
entender y convenir que esta perspectiva, costosiana, ha de erigirse en el
punto, deseado, de encuentro para nuestros actores socios de cara a replantear
y construir un real modelo costosiano de mercado, productivo, y de finanzas publicas
que llene las expectativas deseadas, de y por las partes, a la vez que
permita crear las condiciones necesarias, por demás, que nos reclama el estadio
del bienestar, desarrollo, y el progreso, individual y corporativos, de la
sociedad contestaria del siglo xxi.
Pero, si fuere necesario llegar al
estadio de una conclusión más convincente que la costosiana podemos argüir que
nuestro modelo implica otros elementos importantes y estratégicos a saber.
I.- Mercado
El mercado, es el estado y el estadio
del Estado.
Hoy día, más que ayer, se hace necesario
priorizar el mercado ante todo y en todo modelo productivo. Desde esta
perspectiva se requiere conocer y contratar, a futuro, la cantidad, calidad y
precios de bienes transables a colocar durante un tiempo garante del propio
mercado, conquistado.
El mercado es el primer eslabón de la
cadena del modelo productivo, y la entidad que lo hace rentable y perdurable en
el tiempo. Es la garantía de los actores productivos e institucionales, de la
empresa, los agentes, el trabajador y el propio Estado.
El mercado es creado por, a la vez que
crea, las condiciones objetivas y subjetivas, en la conjunción de actores y
funciones, en la medida que erige y modela nuevos nichos, desde una perspectiva
dialéctica generadora de sí, en una mismidad identitaria que lo conforta en y
para el devenir presente..
El mercado es ante todo un modelo
articulado para sí, y, en su perspectiva creadora, capaz de modelar su realidad
creciente de demanda y oferta en una conjunción, en un verbo, en una acción, en
un hecho que lo revela y lo releva cada vez creciente, demandante y creador de
su propia realidad presente y futura.
El mercado es su propia garantía creada
por su modelo holístico, riqueza creada, ofertada, demandada, consumida y
atesorada en el acto, de mercado.
El mercado se releva, renovado, a sí
mismo en su nicho creador.
II.- El Estado
El Estado es la realidad creada, a la
vez que la crea.
El estado es el principal mercado,
consumidor, y el mayor costo productivo, en adición a ser agente multiplicador
y generador de las condiciones de mercado y del proceso creativo de riquezas.
Conforma, a la vez que es socio, la
organización social, política, soberana y coercitiva, integrada por una
conjunción de entidades tendentes a regular la naturaleza, vida, nacional de
todos los actores sociales e institucionales que rige y rectoriza.
Desde esta perspectiva está dotado de la
autoridad y potestad para erigir la norma rectora y directriz de la sociedad.
El crea, el Estado, el modelo a la vez que modela su propia fisonomía y
morfología funcional, organizacional, gerencial, patrimonial y financiera para
perpetuar y sostener la sociedad que lo conforta y crea.
Esta complicidad rectora y gerencial lo
lleva a propiciar el marco institucional garante del mercado, de sus actores,
de su modelo y del logro de sus objetivos deseados de lo que este, el Estado,
es socio y mayor consumidor.
Como (¿?) crea, el Estado, las
condiciones para propiciar y garantizar el mercado y la generación de riquezas
que a la vez consume.
Pues, bien.
Si el Estado es socio de quienes generan
riquezas, y en modo ha de ser socio en procurar, crear y mejorar la formula,
costosiana, para sentar las bases y condiciones permanentes del proceso
productivo de riquezas.
Para lograr el estadio de las riquezas,
el Estado, la empresa, el agente productivo y el trabajador tiene un estadio
común donde apostar a un mejor presente. El costo decreciente.
III.- La empresa
Generar
riquezas, es la apuesta de la empresa de la sociedad del siglo xxi.
La empresa es un actor de primer orden
en el todo proceso o modelo productivo de cara al mercado. Ella es un cuasi
mercado a la vez que es el principal actor en el reparto del largo metraje de
la generación de riquezas, divisas y empleos productivos, en ingresos para el
Estado, socio.
La empresa, desde esa realidad, es un
actor a proteger, por su principal socio, el Estado creando las condiciones
objetivas y subjetivas para deflactar el costo de los factores productivos de
los bienes transables, y de cara a conquistar y a asegurar los mejores nichos y
mercados para la producción nacional.
La empresa, de la sociedad del siglo
xxi, cuenta con varios modelos administrativos, con la tecnología disponible en
el mercado, la innovación y los recursos humanos necesarios para construir una
marca país, competitiva, de cara al mercado internacional.
Costos, mercado, Estado, producción y
consumo son actores sensibles e interconectados a la vez que partes de un
matrimonio sin divorcio, condenados a mejor convivir en el estadio de la
generación de riquezas corporativas.
Se requiere, pues, que empresa y Estado
definan los ejes a modelar en un modelo creativo, costosiano, de cara a mejorar
la producción de riquezas, divisas y empleos productivos.
Desde esa perspectiva se requiere
articular un conjunto de políticas empresariales, innovadoras, de cara a
redefinir los modelos de relaciones industriales, comerciales, laborales y de
subcontrataciones, donde producir para un mercado seguro, y a bajo costos sean
ejes, y estándares vinculantes en el tiempo.
El modelo costosiano de mercado, productivo y
de finanzas publicas, apuesta por la reproducción del modelo a partir
de modelo de la empresa, del mercado.
La riqueza crece y se multiplica a
través el patrón y modelo de la empresa. Reproducir la empresa como modelo
productivo es apostar al bienestar corporativo, al desarrollo y al progreso en
sentido general.
IV.- Producción
La
producción ha de ser el objeto de la empresa en la cadena y el modelo de
riquezas.
La producción ha de estar entramada con
y en la cadena de deseos y necesidades más sentidas de la sociedad y sus
actores, los ciudadanos, la empresa, los agentes, el mercado y el propio
Estado.
La producción mínima, y flexible para
satisfacer un mercado (seguro) diverso y para estilos diferenciados bien puede
ser parte y la clave del éxito, en adición a reproducir la eficiencia, la
economicidad, la tecnología, y la innovación en el modelo productivo
costosiano.
Esta perspectiva costosiana, holística,
garantiza conjugar el todo y sus partes en la producción, en y el producto que
la recrea.
Producir ha de ser una y la obsesión de
la cadena, de los actores productivos, del mercado, del modelo, y del socio, el
Estado.
Las características diferenciadas del
clima, del factor tierra, del recurso humano, nuestra cultura, han de ser
pilares de y en la ruta nueva hacia el estadio del bienestar, el desarrollo y
el progreso.
La producción corporativa, dentro y en
el contexto del mercado y de la empresa tiene que con contribuir a modelar el
modelo costosiano productivo.
Producir es consumir, y consumir es un
acto, el principio de toda creación de riquezas.
V.- Costos decrecientes
A
menor costo mayor rentabilidad.
Para crear riquezas se requiere ante
todo de un conjunto o serie de factores productivos, los que a su vez
constituyen, sumados, el costo de producción de los bienes y servicios.
En principio, desde los clásicos, se consideraba
que generar riquezas solo era posible a partir de los tres factores productivos,
básicos; la tierra, el capital y el trabajo. Hoy día bien se reconoce el hecho
de generar riquezas a partir de otros, nuevos, factores productivos toda vez
que la teoría ha consagrado otros factores básicos como parte de la cadena
productiva.
La empresa, el Estado, la tecnología y
la innovación son parte, ya, de los nuevos factores productivos y a su vez útiles
y necesarios para cualificar y cuantificar el costo moderno de producción.
El costo sigue siendo, hoy más que ayer,
el factor clave y estratégico en la cadena productiva responsable de la
generación de riquezas, divisas y empleos productivos. La hipótesis del presente
trabajo lo revela y lo dice, todo: “a menor costo mayor rentabilidad”.
En tal sentido que sea factor de interés
singular replantear y erigir el presente modelo a partir del costo, pues el
pasa a ser la categoría semántica más importante del paradigma productivo y de
la producción, per se.
El costo es el horno y centro de la
producción, del modelo costosiano, y en él tiene que centrar sus energías, su
mirada, su accionar el Estado, en tanto socio de la cadena, de la organización
productora, en principio, por razones de costo, eficiencia, efectividad y
economicidad, y sobre todo por cuestiones de riquezas y de ingresos que son los
ejes que más le interesan y preocupan al Estado, en todo caso.
Si bien cierto que es la empresa, en
particular, la responsable de la gestión del proceso productivo, no es menos
cierto que es tarea y responsabilidad del Estado definir y articular las
políticas púbicas que bien pueden alterar la cadena de precios de un conjunto
de elementos que entran en juego para definir los costos productivos finales.
Con respecto a reducir el costo del
dinero sin bien es una decisión del mercado es bien conocido que a través de
las políticas públicas el Estado incide en reducir el riesgo que afecta y sirve
de referencia para definir los % de la tasa activa de interés en un momento
dado.
Compete al Estado, tal como hemos
señalado en el contexto del presente trabajo, declarar de alto interés público la
titulación de la propiedad privada, con carácter obligatorio, pues con ello colabora
en la dirección deseada y correcta de reducir el riesgo bancario.
De igual manera el Estado, vía el
Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Relaciones Exteriores, bien puede
colaborar en conquistar nuevos mercados, bajo la modalidad contrato a futuro,
para la producción nacional.
La titulación de la propiedad, mercado
seguro, menor costo, un moderno modelo organizacional empresarial y un sistema
productivo eficiente son motivos y razones más que suficientes para reducir a
su mínima expresión el riesgo bancario y por vía de consecuencia reducir el
costo del dinero, reflejado una tasa de interés competitiva entre un rango,
escala, de un 6% y un 12% respectivamente.
Costo decreciente es, más que apuesta, un compromiso de parte la
empresa y del Estado de cara hacia la búsqueda de formulas, permanentes, para
garantizar reducciones en los costos de los factores productivos cada vez mas..
Esta filosofía, de mejora continua y
permanente, es nodal y puntera de cara a mejorar la gestión de la empresa
nacional y el propio Estado de cara al mercado en el marco de una sociedad
abierta y sin fronteras cada vez mas..
Ahora bien, como llegar a deflactar el
costo de los factores de los bienes transables del mercado interno, de cara a
crear y mejorar la rentabilidad de las empresas, los agentes y los
trabajadores.
Sencillo.
Lo primero es identificar los factores
que más inciden en el costo de los bienes que genera el mercado. Elijamos uno,
el dinero.
Costo del dinero
Como (¿?) reducir el costo del dinero
sin afectar la rentabilidad de la banca.
Riesgo bancario
El costo del dinero depende del riesgo
bancario.
Y el riesgo bancario depende a su vez de
la titulación de la propiedad, de mercado seguro para los bienes transables, de
la rentabilidad de las empresas, y los agentes del mercado, de la innovación y
la tecnología del proceso productivo corporativo, entre otros elementos a
considerar.
En tal sentido se hace necesaria la
presencia del Estado para diseñar e implementar un conjunto de políticas
públicas tendentes a facilitar y hacer obligatorio la titulación de la
propiedad en el menor tiempo posible y al menor costo.
Una vez creadas las condiciones para
reducir el riesgo bancario el Estado debe dar un segundo pasa en la dirección
correcta y es la de reducir y/o fijar la tasa cero para el coeficiente de caja
o encaje legal, en virtud de la banca nacional es lo suficiente madura como
para gerenciar su vida bancaria desde esta nueva perspectiva.
Reducir o eliminar el coeficiente de
caja coloca o libera una masa monetaria, considerable, en el mercado y para que
esta no cree distorsiones mayores el modelo costosiano sugiere establecer una
tasa activa de interés, flexible, minina de 6 %, y una no mayor de un 12% para
la banca prestar a los productores
agropecuarios, a los industriales,
al sector hotelero, a la artesanía, a la metalmecánica, al sector de la construcción,
a los proyectos de energías alternativas,
y a la pesca entre otros sectores de
interés general para el mercado.
La tarifa tributaria
La
administración tributaria desconoce los hechos que graba el sistema tributario
dominicano.
Otro de los elementos que incide en el
costo de producción de las empresas, es el relativo a la tarifa tributaria, y
más cuando en el caso nuestro la política fiscal ha tenido que recurrir a los
pasivos financieros, en este caso recursos externos, para la formulación de los
presupuestos públicos, durante las últimas dos décadas (tomadas como referentes
para los fines de la presente propuesta).
Un presupuesto público financiado toda
vez con recursos externos nos revela cierta dificultades burocráticas a saber y
conocidas en el marco de los estudios, y de cara a los estudiosos de la
problemática fiscal, tributaria y presupuestaria del país.
De acuerdo a un estudio, fiscal tributario,
la erosión tributaria, durante los la última década, está por encima del
40%.
Para el año 2010 el Estado dejo de
recibir una suma superior a los 115,1 mil millones de pesos por concepto de
erosión tributaria tomando como base y muestra a los seis (6) tributos, que representan
el 76,1% de los ingresos tributarios,
Esta situación contrasta con los
recursos externos tomados para financiar el presupuesto público del 2010, por
más de 80 mil millones de pesos.
Los ingresos públicos dejado de recibir
por el Estado durante las dos últimas décadas es más que suficiente para
financiar los presupuestos públicos, referidos a la serie, con recursos
propios, y sin la necesidad de recurrir a los pasivos financieros, recursos
externos por demás.
El Estado bien puede recibir mayores
niveles de ingresos sin la necesidad de crear nuevos impuestos y sin la
necesidad de aumentar las tasas de los ya existente.
Nuevos impuestos, en el marco de una
reforma tributaria, para financiar un déficit que bien puede ser suplido por la
vía de la eficiencia de los sistemas administrativos, vinculados a la
administración tributaria, resulta innecesario, y perturbador al mercado, a la
vez que incrementa los niveles del costo de los factores productivos de los
bienes y servicios que genera el mercado interno.
No es posible explicar, en un mismo
contexto, el hecho de que el PBI haya crecido y que algunos sectores hayan
crecidos, en tanto este crecimiento no se traduzca en un incremento de la
recaudación tributaria, y por vía de consecuencia en una reducción del déficit
fiscal, presupuestario.
Hay un divorcio gerencial y una sinergia
impropia entre el PBI, los niveles de erosión tributaria, el déficit fiscal
presupuestario, y la propia recaudación de los ingresos públicos.
La
tarifa tributaria ha de servir para financiar el presupuesto público, y no para
reducir el capital de trabajo de la empresa, e incrementar el costo de
producción de la misma.
En tal sentido, se hace más que
necesario perfilar y modelar una estructura tributaria orientada a deflactar
los costos de la empresa, y permitir, por vía de consecuencia, mejorar la tan
anhelada y esperada rentabilidad empresarial en sentido general.
Bajar, en tal sentido, a un 15% el
impuesto sobre la renta, a la vez que eliminar las exenciones, bien puede
contribuir a reducir la erosión tributaria y a mejorar la rentabilidad
empresarial y en consecuencia incrementar los ingresos públicos, de igual
manera reducir el Itbis a un 8%, e eliminar las exenciones.
A mayores niveles de impuestos más
erosión tributaria, mayores niveles de costos y menos rentabilidad empresarial.
Otros impuestos merecen ser estudiados
con respecto a sus niveles de rentabilidad tributaria respecto al costo de
administración de los mismos, en tanto otros han de ser eliminados en virtud de
sus niveles de ingresos son inferiores al costo de administrarlos.
La tarifa eléctrica
Un factor de costo que roba rentabilidad
al mercado es la tarifa eléctrica, toda vez que es una de las más caras en toda
América.
Una vez reducido o eliminado el riesgo
bancario y por vía de consecuencia reducir la tasa activa de interés a la vez
que situarla por el orden del 8% o el 10% la segunda medida es revertir el
costo de la tarifa eléctrica al favorecer proyectos de energías alternativas
financiados con dinero más barato.
El insoportable costo de la tarifa
eléctrica ha sacado a cientos de micros y péquenos empresarios del mercado, y
contribuido, por igual, a reducir el consumo vinculante y traslativo en la
cadena de valor agregado del comercio, y de la industria.
Ir por la energía eólica, mareomotriz y
solar, entre otras alternativas, colocando a la vez parte de la masa monetaria
pasiva a una tasa competitiva de un 6% o un 8% bien puede cambiar el curso y la
suerte de la historia del mercado.
El modelo costosiano apuesta por
sabiduría madura de la prisa.
La masa monetaria pasiva en el sistema
monetaria sobre pasa los 100 mil millones de pesos, dinero suficiente para
encadenar el modelo costosiano a los ejes pasivos del desarrollo que bien
esperan por una ruptura del orden y de modelo.
Otros costos menores
Otros costos menores bien pueden ser incorporados
a la cadena del modelo a partir del desarrollo e incorporación de tecnología de
punta a la producción agropecuaria, industrial, y la pesca entre otras áreas
del mercado.
Miguel Ángel Severino
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