Liderazgo, poder y derecho
constituyen los ejes transversales, del pensamiento y la teoría, de la
democracia triangulada, pensados como respuesta a la crisis social, ética y
moral política e ideológica, y programática que sacude a la sociedad, al
Estado, al gobierno, a la democracia misma y sobre todo al sistema de partido. Llegamos
a una inflexión, del modelo partidario, donde nadie parece acertar e interesado,
estar, en apostar por una salida inteligente.
La crisis del modelo reside,
entre otros factores no menos importantes, en la ecuación, binomio, central de la democracia tradicional, la cual gira
alrededor de dos conceptos a superar; victoria versus derrota, ganador versus
perdedor. Esta perspectiva a la vez que reduce, a su mínima expresión, confiere
el proceso de gestión burocrático, el ejercicio del Poder, a un solo actor el ganador.
Esta situación nos orienta
hacia …el objetivo programático de abrir el estadio del desarrollo al concierto
de voces, al liderazgo pleno de las distintas fuerzas políticas y sociales. Esto
no ha sido posible por el modelo democrático
que otorga pleno poderes y derechos a la
fuerza ganadora, para conducir los destinos de una nación, en franco perjuicio de
un alto % de la población integrada en las entidades políticas perdedoras en
las distintas contiendas electorales. El Partido que gana asume el control y
toda la responsabilidad de gobernar.
Sin embargo, hoy más que ayer
se hace necesario cambiar la pagina y pasar la ecuación, del modelo partidario,
de un solo ganador a una propuesta plural, abierta e incluyente. El modelo de
un único partido nos ha ido alejando del estadio del desarrollo, a la vez que
ha sido un factor promotor de la crisis permanente del sistema y del modelo.
El siglo xxi pauta a la vez
que trae consigo una tendencia muy marcada en la apertura en favor del dialogo,
la colaboración, las alianzas, los acuerdos, y las sinergias..
Si queremos apostar por
recuperar la credibilidad de los partidos, y del propio sistema democrático, y
sobre todo renovar la esperanza, se hace necesario e impostergable quebrar el
paradigma, del pasado, en tanto triangular el modelo de gestión pública incorporando en la conducción del Estado al y
el liderazgo erigido en un eje función poder del Estado, en el contexto del
propio Poder, y el derecho.
Esta nueva relación de poder,
que erige la democracia triangulada, entramada al liderazgo, al poder y al derecho,
oferta a los ciudadanos una más amplia y diversidad de opciones en un
contexto democrático y moral concentrado y coherente, incluyente, abierto y garante
de la participación de todas las fuerzas sociales, políticas con barniz
electoral.
La democracia ha pecado de
olvido, inocente, y privado a los ciudadanos de otras, distintas, opciones,
ideales, conceptos, actores y/u opciones en términos no solo de elección sino, por igual, de gestión
al frente de los destinos nacionales. El modelo democrático vigente a todas
luces es responsable de los altos niveles de abstención como resultado del
proceso de deterioro de la confianza, perdida, cada vez más presente de y en el
elector.
La sociedad reclama más colaboración,
sinergias, alianzas, mas globalización, si vale el termino, en y desde la conducción
del Estado / Gobierno. Es hora de decirle no a la fragmentación social y política.
Hemos perdido, como nación, muchos recursos y valores, sobre todo la
capacidad creativa de y la propia sede constituye, el ideario y la conciencia popular con el proceso
convencional del sistema partidario centrado en un ganador único y
determinante.
Hoy más que nunca se hace más
que necesario propiciar el salto hacia el estadio evolutivo, del Estado moderno,
encarnado en una transformación, no radical, de los partidos y de la forma y manera
del ejercicio político a partir de un renovado liderazgo entramado al Poder, sustentado en el derecho y en la legitimidad de
una sociedad que lo reclama paradigma e instrumento del desarrollo territorial
incluyente y sustentado en un amplio programa de generación de riquezas,
divisas, ingresos y empleos productivos.
El Estado del siglo xxi se
erige en la nueva relación, de sinergia, holística y dialéctica entre el liderazgo, el poder y el
derecho. Sobre todo en un liderazgo horizontal de amplio
espectro en términos de participación del concierto de las fuerzas partidarias
que lo sustentan y lo hacen posible en una relación de poder y de derecho que
dan al Poder y al derecho la matriz jurídica y de gestión en el contexto de un
proceso de transformación del poder, el derecho y el liderazgo, que desde una lógica
jurídica lo compromete al respeto.
En la democracia triangulada
hay un nuevo modelo de participar, de ganar y gobernar entre las distintas
fuerzas políticas partidarias que dan sentido y matiz a la democracia en un Estado
que evoluciona por vez primera y que no desprecia al ciudadano ni a la organización
política, sobre todo a aquella que ha merecido el valor, el patrimonio de su
voto.
Evolucionar, es el reclamo democrático
del presente..
Miguel Angel Severino Rodríguez
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