No
hay que desarrollar una nueva hipótesis, una nueva teoría, o construir una
nueva ciencia, la produciología, para concluir en que el Estado, moderno, es el
mayor consumidor de riquezas, y del capital de trabajo del sector privado, a la
vez que el gestor, responsable, y actor de la crisis financiera..
El estudio de la vida presupuestaria,
del Estado, nos revela, durante las últimas tres décadas, que, ha tenido que
recurrir, en cada ejercicio fiscal, a los pasivos financieros, recursos
externos, para poder compensar los ingresos que requiere el perfil de los
gastos en todo y cada caso.
Durante los últimos tres (3) ejercicios
fiscales el Estado ha tenido que buscar más de 80 mil millones de pesos, en
promedio, en recursos externos con miras a poder compensar los ingresos
tributarios, y de esa manera poder hacer frente a los compromisos de gastos..
No se justifica que siendo el Estado
socio y el principal consumidor de riquezas, de capitales y de ingresos no haya
pensado en diseñar un conjunto de políticas públicas tendentes a deflactar el
costo de los factores productivos de los bienes, transables, que factura el
sector privado para hacer honor a la hipótesis de que a menor costo mayor
rentabilidad, mayores riquezas y mayores ingresos.
Pero, si bien es cierto que la teoría
económica, el Estado y los modelos administrativos fordista, taylorista,
fayolista y toyotista han fracasado no es menos cierto que hay un factor de
ineficiencia de los sistemas administrativos vinculados a la administración
tributaria que junto a esta, no han podido reducir los altos niveles de erosión
tributaria, situados por orden del 40% en el caso del propio Estado dominicano.
Conforme, y de acuerdo a estudios
realizados, en el pasado reciente, el Estado ha dejado de recibir ingresos, por
concepto de erosión tributaria, más de 300 mil millones de pesos, durante los
últimos tres ejercicios fiscales (2008, 2009 y 2010).
Desde la perspectiva de los costos, los
productores nacionales tienen, en los niveles de las tasas activas de interés
bancario, el encaje legal, la tarifa eléctrica y la tarifa tributaria, el
principal problema a enfrentar, a la vez que no han logrado del Estado, socio,
un aliado activo, preocupado e interesado en deflactar los costos operacionales
del aparato productivo nacional.
A la problemática del costo, hay que
sumar la dejadez del Estado de, y en erigir un conjunto de políticas públicas
destinadas a garantizar mercados seguros, bajo la modalidad de contrato a
futuro, para la producción de bienes transables, en el exterior, a través de
los ministerios de relaciones exteriores y de agricultura, respectivamente.
El Estado, de manera histórica, ha
venido a ser un ente desinteresado de la vida y el propio desarrollo
empresarial de, su socio, el sector privado, toda vez que le ha dado la espalda
al sector productivo en lo que concierne al diseño de una plataforma de
políticas públicas destinadas a garantizar su rentabilidad, desde una
perspectiva administrativa corporativa, eficiente, y costosiana.
No se puede ser socio y dar la espalda a
la realidad gestora de riquezas, divisas, capitales e ingresos, de donde se
nutre y crea el propio Estado su riqueza, sus ingresos por demás.
Hoy día, se nos parece más parasito el
Estado moderno.
Hoy día, más que ayer, se olvida el
socio, Estado, de sus roles y responsabilidad gestora del mercado, del aparato
productivo, pues es que el Estado ha devenido en ser un factor productivo,
consumidor y creador de riquezas en tanto bien puede hacer la diferencia y dar
el salto cualitativo que espera la sociedad accionista del sector privado y
accionista, por demás del
propio Estado y la modernidad post capitalista.
propio Estado y la modernidad post capitalista.
El modelo costosiano de mercado y de
finanzas publicas es una herramienta, disponible, de cara al nuevo modelo
productivo gestor de riquezas, capitales e ingresos, que por demás consume, por
naturaleza, el estado del Estado.
En tanto cambiamos de modelo, el Estado
es el actor, gestor, de la crisis que lo delata en tanto solo pide a cambio de
la nada reparto de riquezas, capitales e ingresos para satisfacer propósitos de
un modelo democrático articulado en el pasado ajeno y muy lejano a la realidad
que nos vence como sociedad esclava del derroche estadiano.
Cada vez la vida creadora y productora
es regresiva, por demás, y el costo de la ineficiencia y la oportunidad,
inoportuna, nos dejan lejos el estadio del progreso.
Los altos costos de los factores
productivos, de los bienes transables, del mercado nos restan competitividad, a
la vez que acortan la vida productiva de la empresa.
..el Estado es el gestor, responsable,
de la crisis. Su capacidad de consumo de riquezas, capitales e ingresos no
tiene fin. Es insaciable e indiferente su actitud institucional corporativa.
El Estado gasta, gasta, hasta gastar y
consumir a la propia empresa, la gallina de los huevos de oro. Ya falta poco
para el fin..
miguel ángel severino rodríguez
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