Ayer, siglos
atrás, detenidos en la historia, para quienes crearon el Estado, el modelo de
gestión publica y el conjunto de organizaciones que lo perfilan, su costo fue
crearlo en tanto que para hoy, siglos después, el costo es de gestión, costo al
fin pero diferenciados costos, uno mas barato otro mas caro y costoso como todo
costo traslativo y corporativo, a la vez.
Y si bien es cierto que el principal objeto de
gasto, del Estado, lo es el factor, objeto, que lo crea, el pueblo, no es menos
cierto que ni ayer ni hoy los pioneros y los postreros, apóstoles del Estado,
han devenido en crear un modelo patrimonial, financiero y de mercado que cargue
a cuesta con el costo del Estado y que le otorgue cierta perspectiva de rentabilidad
para convertir el costo en una plataforma sustentadora de riquezas y empleos
productivos a la vez que germen de un mercado garante de la producción, la
riqueza y las finanzas publicas, por demás.
Crear el
Estado, ayer, nos fue barato.
Crearlo, el conjunto
de indiferencia y reclamos colectivos, nos hizo socios de y en la búsqueda de
un modelo, histórico, capaz de asumir y responder por la colectividad en el
contexto de toda una sociedad moderna y modernizante..
El contexto y
perfil creador del Estado nos obliga a colegir que fue un parto, costosiano, de
cara a enfrentar el drama, el conflicto, social de ciudadanos con rasgos pueblerinos, ya acentuados, y de
pueblos sin respuestas a un su propio modelo de organización que evidenciaba,
ya, un parto institucional con miras a dejar establecido no solo el Estado sino
mas bien la organización, gobierno, de y los recursos para asumir las tareas y
objetivos propios del modelo de conducción social colectivo, en cierne.
Quien pudo
perfilar el patrimonio, el costo de organización, y gestión del Estado, a
partir de su origen, su desarrollo y
complejidad en el devenir histórico?
Hoy día, en
pleno siglo xxi, la sociedad solo tiene la respuesta histórica del origen de la
creación el Estado.
Hoy heredamos
una deuda social traslativa, acumulada, consumida por quienes postergaron la
responsabilidad de su respectivo pago. El ayer consume y la posteridad paga.
Esta filosofía de consumo queda retratada en el modelo de finanzas públicas que
nace con el origen del Estado, la deuda social acumulada.
Lo peor no es
lo peor.
Lo peor viene
tras el hecho de que el Estado para sobrevivir, sin patrimonio de y gestión
propia, se ve obligado a modelar, a través de la deuda, su estructura fiscal (tributaria,
presupuestaria), patrimonial y financiera.
Al no contar
con patrimonio, aporte inicial (de quienes lo crean), el Estado recurre a
imponer, mediante el imperio de la
Ley , tributos, una plataforma fiscal, de y para capitalizar
la gestión publica, solventar los gastos, costos e inversiones de capital,
requeridos por y para satisfacer su agenda presupuestaria en cada coyuntura de
gobierno.
El proceso de
crecimiento y complejidad experimentado por el sector privado, el sector
publico, por las ciencias administrativas y sociales y por el propio Estado
moderno (y los diversos objetivos presupuestados) han contribuido a ser del
propio Estado una organización de altos niveles de costos, baja rentabilidad
social, institucional, patrimonial, fiscal (tributaria y presupuestaria) y
financiera..
Esta perspectiva
costosiana, en grado sumo y del Estado, ha devenido en condenar al sector
privado, a la empresa y a los agentes productivos del mercado, a convivir con una carga tributaria y gastos
superfluos y a sobrevivir en un estado, permanente, de quiebra, de baja
rentabilidad y de permanencia en los estadios de la peor miseria y pobreza
colectiva.
La crisis
financiera, que no tiene fronteras en el mundo actual, es originaria en y el
modelo de finanzas publicas creada y consustancial al origen Estado moderno..
El Estado
moderno, vía la política fiscal (tributaria) ha venido en descapitalizar a la
empresa, al agente productivo, al trabajador y a toda la sociedad generadora de
riquezas y empleos productivos.
La sinopsis de
la reforma fiscal, dada a conocer, hoy en el Palacio, por el consejo económico
y social, revela la ausencia de dominio y conocimiento de la burocracia estatal
en materia de finanzas publicas (política fiscal, monetaria) y del impacto que
esta tiene en el mercado, y los agentes productivos, por la vía de los costes
de los factores que intervienen en los bienes y servicios que genera el aparato
productivo nacional.
Nos parece que
el Presidente de la Republica ha sido tomado de sorpresa por una burocracia
financiera, agotada, que ha llegado a su techo en materia de finanzas publicas
y sobre todo en lo que concerniente a la sinergia necesaria entre las políticas
fiscal (tributaria y presupuestaria), monetaria, de mercado, costosiana y de
producción respectivamente.
Estamos
llegando al techo en materia de coste a la vez que estamos creando una cadena
de obstáculo al aparato productivo que van en detrimento de los niveles de
rentabilidad deseados para todo el sistema nacional productivo al modelar y hacer del aparato publico todo un sistema
de costo, del Estado, con el cual obligan, al sector privado, vía la estructura
tributaria, a cargar pesado.
Si bien es
cierto que la sociedad moderna requiere de un Estado para su mejor desempeño no
es menos cierto que el costo, del Estado, debe ser parte de la estrategia
productiva y productora de modo y manera que permita un proceso de gestión
rentable del aparato productivo y que por posibilite al gobierno recaudar
mayores ingresos sin afectar la cadena productiva, capital de trabajo,
inversión, costos, gastos, ingresos, beneficios e impuestos.
El modelo
costosiano de mercado y de finanzas publicas propugna no por un Estado menor,
propugna por un Estado fuerte y promotor del desarrollo, para todos.
Manos a la
obra!
..por un costo
menor del Estado, desprovisto de una carga irracional de gastos y lujos
innecesarios, salvo aquellos indispensables para mejorar la producción y el
aparato productivo..
Miguel
Ángel Severino Rodríguez
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