sábado, 19 de marzo de 2016

Democracia ciudadana


La democracia ha sido tipificada, de manera impropia, como el sistema político centrado en la soberanía del pueblo, el derecho del pueblo a elegir, y, por demás, a controlar a sus gobernantes. Esta, la democracia, no ha tenido espacio, agenda, para el entramado ajedrez triangulado de objeto de estudios y tareas dejadas en el tintero del olvido muy temprano.

Lo de soberanía popular, piedra angular de la democracia, no ha podido rebasar la condición de sinécdoque al referir el todo, pueblo, por el ciudadano que olvida y que no hace objeto ni sujeto de su estudio, realidad enhiesta fracasada.

La democracia, desde su génesis, ha perdido la conexión con el objeto, sujeto, real y verdadero de estudio, finalidad, estructuras y tareas que han involucionado de espalda a la razón verdadera de ser, de la democracia, el ciudadano dotado de ciudadanía por el constituyente, la Constitución del Estado moderno.

Esta visión ciudadana, del ciudadano, es un sesgo no solo de la democracia, pues lo es por igual de la República, de la Constitución, del Estado, de la soberanía, y del gobierno respectivamente. Esta perspectiva ciudadana, construida, eje transversal del mercado, de los agentes productivos, y del modelo sistema político triangulado de la República, la democracia y el Estado nos coloca desde el interior de la problemática que afecta a la familia, y al conjunto de organizaciones entramadas a las cadenas de valor agregado del territorio donde el ciudadano es erigido centro del sistema político triangulado.

El pueblo y la población, centro, de la democracia, son una construcción tardía e insuficiente a relevar de cara a erigir al ciudadano eje transversal de la democracia, la República, el Estado, el gobierno, la sociedad y el mercado.

Dado que el ciudadano es el artífice, actor y quien encarna y erige el derecho, los deberes, la norma, y el entramado y toda la estructura organizacional del sistema político y de los subsistemas que lo validan y dan vida institucional. Y en virtud de que el ciudadano es el actor decisional, con derecho de elegir y ser elegible, consagrado en la carta magna,  tiene que ser validado en calidad de objeto y sujeto de la democracia convirtiéndola en ciudadana, per se.

Si bien es cierto que la Constitución política del Estado moderno reconoce en tanto otorga rango constitucional a la Ciudadanía, no es menos cierto que el Ciudadano brilla por su ausencia. Lo más cercano lo constituye el nacional, dominicano, dotado de los deberes y derechos inherentes a la Ciudadanía  soslayando al actor central, el ciudadano.

La democracia, la República, el Estado, la soberanía, el pueblo, la sociedad  no son más que meros términos lingüísticos, parte del entramado retorico de la figura literaria sinécdoque. De la teoría de las instituciones debemos pasar al estadio ciudadano, al ser, actor estratégico de la familia, el pueblo, la sociedad, la nación, la República, la democracia y el Estado. Propugnamos por un modelo, sistema, ciudadano eje transversal de las políticas públicas del Estado del bienestar, del cual es gerente responsable el gobierno y el mercado.

La democracia, a partir de la doctrina ciudadana, es el sistema político que tiene por objeto colocar la ciudadanía, y al ciudadana en particular, en el centro de las políticas públicas, del mercado, de la República, del Estado, de la nación y del Gobierno, y, en especial, del sistema político ciudadano tras el estadio del desarrollo territorial per se.

La democracia ciudadana viene a conformar el portafolio doctrinal integrado por la doctrina de la ciudadanía, la República ciudadana, la soberanía ciudadana, el Estado ciudadano, el Poder Ciudadano, el Referéndum Revocatorio Ciudadano, la Constitución Ciudadana y el sistema político ciudadano, el cual evoluciona de los partidos políticos a las Candidaturas Ciudadanas.

La sociedad del siglo xxi nos reclama, de manera tardía, dar contenido ciudadano al entramado filosófico, doctrinal, teórico e institucional del modelo político ciudadano.

La naturaleza, estructura y tareas de la democracia ciudadana es tarea para una próxima entrega.

Miguel Angel Severino

músico y poeta 

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