sábado, 19 de noviembre de 2016

La inteligencia desde el siglo xxi..




Una vez abordada y conocida la noción, y acción, de inteligir, por supuesto, desde una perspectiva cogitiva, lógica y lingüística respecto a la problemática, per se, y, de parte del sujeto pensante, es viable, posible, cualificar y teorizar, y definir el término, y la función inteligencia. Pero, qué es inteligir la problemática, la entropía, el conflicto, el cáos, o la realidad compleja, y fractal?

Desde los clásicos, esta tarea es y ha sido un tanto descuidada, y opaco el corpus teórico, doctrinal y filosófico respecto a la misión que nos ocupa, objeto de estudio, en tanto definir, por igual, el macro epistémico de la inteligencia.  Pues, no ha estado claro, ni precisado, el objeto  de estudio de la función inteligir que no es otra que la de aprehender, construir, erigir, el conocimiento, saber, teórico, académico y filosófico entramado a una problemática y a un fin ulterior en el ámbito de la ciencia, epistémica.

Partiendo del marco conceptual como acción, verbo, función, tarea, proceso y modelo epistémico para aprehender el objeto, problemática, inteligir, inteligente, y toda la estructura, paradigma. La matriz teórica, de la inteligencia, nos obliga a repensar el adjetivo, su misión, y tarea y usos en el marco de la ciencia, y la academia.

La inteligencia ha sido tratada fuera de contexto. Los psicólogos la visualizan como una capacidad o recipiente, psíquico. Por otro lado, los matemáticos la erigen como una facultad, herramienta, abstracta para articular y responder y/o cuantificar problemas o matrices de carácter lógicos. Para otros pensadores, clásicos, es un instrumento que permite al intelectual abordar la problemática social y reflexionar sobre ella en una coyuntura dada y especifica.

Un tercer grupo de investigadores, pensadores, y cientistas, se refiere a la inteligencia como aquella circunstancia, o conjunto de condiciones, cualidades, y aptitudes complejas e innatas que operan en el sujeto de manera rentable y eficaz ante la crisis o situaciones fractalarias y específicas.

Y, un último grupo le asigna valor operativo. Es decir, la capacidad para articular, desarrollar y cumplir tareas gerenciales, trabajos o rutinas. Estos, como se puede apreciar, son quienes, por abulia cogitiva, han sesgado la función inteligir, característica del hombre de ciencia, académico, filosófico, e intelectual, por antonomasia, al reducirla a la mirada cotidiana del saber.

Un sector intermedio, arrinconado en la abulia del siglo xx, ha hecho de inteligir una matriz de múltiples supuestos aprestos e inteligencias. En ocasiones o siempre acuden a la categoría gramatical del adjetivo, lo que en teoría migueliana se le reconoce como proceso de adjetivación del saber. Sin embargo, olvidan o desconocen que adjetivar no es hacer ciencia en modo alguno.

Teóricos, sin experticias, se han dado a la tarea de descubrir, develar, la inteligencia a partir de la lingüística, o más bien de la categoría gramatical del adjetivo. Desde  esta perspectiva han derivado un sin números de inteligencias que cual adjetivos, meras rutinas, procuran la notoriedad, a nombre del saber, y vaguedad simplista.

La inteligencia emocional, la inteligencia artificial, la inteligencia múltiple. Estas, inteligencias, entre otras,  son tan solo miradas y eslabones de un peregrinar que con denodado empeño han pretendido ocupar, sin lograrlo, el estadio superior del pensar en la epistemología, y la ciencia, en las tertulias académicas y en las rutinas filosóficas enhiestas de un marco teórico que va creciendo adulto, cognitivo.

Pero, dado que en la escuela filosófica, severiana, la ignorancia es una categoría epistémica, junto a la tensión entre el saber teórico, la problemática y el investigador, asumimos la tarea, operativa, de inteligir en una diversidad articulada, y comprensible, en un esfuerzo, una intencionalidad, aspiración, legitima, pero eficaz, de erigir una, la, praxis epistémica, marco teórico, del estadio superior del sujeto pensante. Esta realidad mas que reducir, a, la inteligencia el crea alas.

La inteligencia, ya sea vista como el eslabón superior, cogitivo, del sujeto pensante o como la capacidad o facultad de éste para aprehender la problemática, y el estadio de la ignorancia, es una hipótesis, y todo un presupuesto filosófico inconcluso. Abordar la inteligencia no es posible al margen de la incertidumbre, del caos, de la entropía, del conflicto, y de la crisis que aborda la realidad desde su propia existencia y su encuentro con el hombre, sujeto pensante.

La inteligencia en tanto no es un producto adjetivo no puede ser, por igual,  lineal, o un velero, extensión, oracional varado en el puerto del párrafo y el océano lingüístico.

El abisal cognitivo nos desafía y a la vez nos invita a navegar y a ir tras la profundidad teórica de la problemática, desde y en la ignorancia, en el contexto de un proceso a inteligir y permanente, riguroso e inacabado.

Volveremos..


Miguel Angel Severino Rodríguez 

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