Perspectiva
general
La
planificación, característica de la administración pública y la gestión del Estado,
es un parto histórico del siglo xx. Su periplo institucional inicia por la antigua Unión Soviética, Europa y en los
Estados Unidos en sentido general. Por lo visto, su participación en la agenda burocrática aún no
ha llegado al primer siglo de existencia. Esta, la planificación, es una actividad, reciente y su legado digno
de estudio, y, con la responsabilidad de saldar una deuda histórica con el estadio
del desarrollo tardío, y la misión de
superarse a sí misma en el presente siglo xxi.
Veamos.
Los
primeros planes de desarrollo, como expresión más alta del proceso de
planificación, fueron diseñados en Rusia después de la I Guerra Mundial. Su periplo
continúa en los Estados Unidos, durante los años treinta, de la gran depresión,
bajo el gobierno del presidente Roosevelt. Su madurez le viene, a la planificación,
con la aparición de la teoría del desarrollo dada en los países de la Europa
Occidental a comienzo del siglo xx. La planificación desde esta perspectiva inicia,
de las manos del Estado, su relación con el desarrollo.
En
América Latina, mas tarde, a partir de la década los años cincuenta, la
planificación llega a la administración
pública con en el Estado posguerra en el contexto de la programación económica.
Su aceptación, general, en calidad de herramienta, sistémica, e instrumento
para promover el estadio del desarrollo, se origina en el contexto de las
resoluciones de la Carta de Punta del Este, Uruguay, 1961, y la agenda de la
Alianza para el Progreso.
En
el 1962 con la creación del Instituto Latinoamericano de Planificación
Económica y Social (ILPES), junto a otros institutos y ministerios de
planificación, la planificación ocupa la agenda del desarrollo, la administración
pública, del Estado posguerra, por toda
la región. A partir de la Carta de Punta del Este, en América Latina y el
Caribe, 1961 / 1963/ trece países crearon ministerios, oficinas o consejos de
planificación.
La
Cepal y el Ilpes, en el caso de América Latina, década de los años cincuenta, bajo
el liderazgo del pensamiento estructuralista de Raúl Prebish, impulsan la planificación
en el contexto y en paralelo con el proceso de industrialización, sustitución de
importaciones. El Estado posguerra, y posterior a los años cincuenta, y en América
Latina en especial, inicia un proceso de discusión al más alto nivel en el
marco de la planificación determinística (años sesenta), tradicional, la planificación
estratégica situacional maltusiana (años setenta), la planificación estratégica
(años noventa), la planificación territorial (siglo xxi) y la planificación prospectiva,
reciente.
Durante
este periodo la planificación, del desarrollo, empezó a ser objeto de crítica,
al saber que la misma era rígida, ortodoxa, y basada, por igual, en planes
economicistas e incompletos, en adición a su caracterización burocrática y
utópica.
En
el marco de estas críticas surge la propuesta del enfoque integral de
planificación a partir de los planteamientos del Instituto de Naciones Unidas
para Investigación y Desarrollo Social; el cual aprueba un Plan de Acción en
1971 basado en un enfoque unificado de la planificación. “(…) se introdujo por
primera vez la idea de trabajar de manera unificada considerando los aspectos
culturales, sociales, educación, territorio. Asimismo se puso énfasis en la
concepción de estilos de desarrollo -que tuvo un enorme impacto en América
Latina-así como en las visiones de futuro como parte de este enfoque
integrado”. (ONU, 1971).
Vista
las crisis sociales, políticas, y de mercado, cíclicas, en América Latina, Europa, Asia, Australia, África
y Oceanía, antes y después de la teoría de la planificación del desarrollo, es
pertinente reflexionar respecto a la teoría de las instituciones, a la planificación
y a los sistemas administrativos del Estado urbano posguerra. Dónde ha estado
la falla de la administración pública, del Estado, y de los sistemas administrativos
de planificación, presupuesto e inversión pública?
La
problemática, transversal, radica en el punto de partida, obviado, por los
pioneros, teóricos, de la teoría del desarrollo y de la planificación. Tanto la
planificación regional, determinística, la planificación estratégica situacional,
la planificación estratégica como la planificación territorial (enfoque chileno
y costarricense) presentan los mismos hallazgos negativos. En la planificación del
desarrollo la concreción teórica sistémica, gerencial y operativa es invertida
o cuando no sesgada e intermedista.
En
todos los supuestos, modelos teóricos de la planificación, se trabaja en
compartimento estanco. Ha dado lo mismo definir primero la estrategia, como la
agenda, o las políticas públicas y en el peor de los casos la planificación ha
sido erigida para sí misma o como destino, objeto de trabajo, la propia entidad
rectora de su propio proceso.
Olvidan,
los teóricos, que el primer estadio de la planificación es la problemática,
territorial, prospectiva e interactiva del mercado, de los agentes productivos,
de la administración pública y del Estado. En una segunda mirada la planificación
carece de un sistema de cuentas nacionales y estadísticas que permitan medir,
cuantificar, y construir los indicadores para evaluar el mercado y caracterizar
el modelo y el estadio del desarrollo.
Hasta
ahora hemos tenido una planificación empírica y desprovista de sistematicidad,
y en el peor carente de instrumentales cuantificadores de la realidad.
En
nuestro próximo artículo vamos a hablar de la estructura, del modelo, y las tareas
de la planificación prospectiva, y su visión territorial e interactiva.
Miguel
Angel Severino Rodríguez
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