Contexto histórico
La reforma agraria es un modelo
productivo, de principio del siglo xix, que se inicia, en América Latina, en lo
que es hoy la Republica del Uruguay (1811 y 1820), Banda
Oriental, bajo el liderazgo del General José Gervasio Artigas.
Un
siglo más tarde la reforma agraria
se traslada, a
México, de las manos de la revolución popular desarrollada
por Emiliano Zapata por los años 1911.
En Colombia
la reforma agraria surge con la Ley 200 de 1936, y se consolida con la Ley 135
de 1961 Sobre Reforma Social Agraria, modificada por las leyes 1 de 1968, 4 de
1973 y 30 de 1988.
En Venezuela
Ley de Reforma Agraria aparece en el 1945 (Gobierno del General Isaías Medina Angarita), y tres años más
tarde llega la Ley de reforma agraria de
1948 (Gobierno de Rómulo Gallego). La Ley
de Reforma Agraria de 1960 (Gobierno de Rómulo Betancourt) y la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario del 2001 terminan el ciclo jurídico -una de las leyes
habilitantes (Gobierno de Hugo Chávez).
En Guatemala
mediante el Decreto 900 (Ley de Reforma Agraria),
promulgado por el gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán, en 1952, surge el
proceso de la reforma agraria.
En
tanto que en Bolivia el Gobierno de la Revolución Nacional mediante el
Decreto-Ley No. 3464, del 2 de agosto de 1953 aparece la Reforma Agraria en la
presidencia del Dr. Víctor Paz Estenssoro. Mas reciente aparece la Ley del
Servicio Nacional de Reforma Agraria (Ley 1715 de 18/10/1996).
En Cuba la primera Ley de Reforma Agraria de
1959 es reemplazada por Segunda Ley de Reforma Agraria de
1963.
En Costa Rica Ley
Nº 2825 de Tierras y Colonización de 1961.
En la República Dominicana Ley de Reforma
Agraria Na 5879 del veintisiete del mes de abril de 1962, por la Ley Agraria de
1973
La reforma
agraria chilena es el proceso
de transformación del agro chileno que se desarrolló entre los años1962 a través de la Ley de
Reforma Agraria de 1962 (Ley Nº 15020), reemplazada por la Ley de Reforma
Agraria de 1967 (Ley Nº 16640) vigente hasta 1974.
En el Perú
Ley de bases para la Reforma Agraria de 1963 bajo Ricardo Pérez Godoy, Ley de Reforma Agraria del 21 de mayo de 1964 bajo Fernando
Belaunde, y Decreto Ley Nº 17716 del 24 de junio de 1969 bajo Juan Velasco Alvarado (Todas las normas
fueron derogadas por el Decreto Legislativo N° 653 de 1992)
En Ecuador
Ley de Reforma Agraria y Colonización de 1964, modificada por la Ley de Reforma
Agraria, de 1973 Ley de Desarrollo Agrario, de 1992 (deroga la anterior).
Rasgos en común
Cada una de las reformas agrarias en
América Latina tiene como común denominador las siguientes características:
a) el reparto de
tierras a los indígenas, y campesinos,
b) democratizar
la tenencia de tierras
c) integrar al
campesino, sin tierras, a un modelo productivo
d) incorporar a
la producción millones de tareas de tierras ociosas
e) incrementar
la producción y los atores agropecuarios
f)
desarrollar
una sociedad rural a partir de las cadenas de valor agropecuaria
g) crear las
bases y las condiciones para entramar la agropecuaria a la industria del agro
h) hacer de la
reforma agraria un instrumento,
a la vez que una estrategia para el desarrollo rural
i)
impulsar
cambios en la zona rural, en la región, con miras a lograr respaldo político
del ciudadano rural, a través de la reforma agraria reformista o capitalista
con miras a neutralizar el paradigma de la reforma agraria de Cuba..
j)
vincular
la reforma agraria al proyecto crediticio de la cooperativa
Resultados, varias décadas después
En toda América, y en especial en la
Republica Dominicana, la reforma agraria constituye el peor de los fracasos.
Los gobiernos han vestido de olvido, dejadez, e indiferencia colectiva, y complicidad
un modelo productivo que bien pudo ser y hacer la diferencia, contener la
migración rural, que hoy representa más de un 70% y que en algunos casos como
el de Sabana de la Mar, provincia de Hato Mayor, la población urbana es
hoy mayor del 91% de la población.
Lo grave de la situación es que la
escasa población rural, de hoy, no se debe a algún modelo de desarrollo de
características urbanas, y más bien es una consecuencia del fracaso de la
reforma agraria, como modelo, herramienta y estrategia, pues los gobiernos han
entendido que con repartir tierras, pura y simple, la reforma agraria había logrado
su cometido: craso error.
Hoy, más del 90% de las
tierras pertenecientes a la reforma agraria está en manos de terceros,
terratenientes, ganaderos, y agricultores, ajenos por demás a la reforma
agraria.
Ahora bien esta situación no es
ingenua, en tanto es harto conocido que no hay inocencia alguna en esta
realidad.
Estudios, realizados por el
Instituto Agrario Dominicano y el Consejo Regional de Desarrollo
Territorial (Mesa Técnica de la Reforma
Agraria), revelan, conforme a documentos probatorios, que la reforma agraria,
en la Republica Dominicana, es un negocio inmobiliario como otro cualquiera.
En varias localidades los parceleros
y campesinos se ven compelidos para poder subsistir tienen que arrendar, a
terceros, pequeños predios, pertenecientes a la reforma agraria, para poder
subsistir. En otras ocasiones las propias autoridades rectoras de la reforma
agraria, Instituto Agrario Dominicano, desplazan a los parceleros con el
pretexto de asignarles parcelas en terrenos, inexistentes, con miras a
favorecer a terratenientes o empresarios inmobiliarios.
Las ventas, pura y simple, de los
terrenos pertenecientes a la reforma agraria se ha convertido en una actividad
cotidiana donde gestores inmobiliarios, alrededor de la reforma agraria,
negocian al mejor postor las parcelas pertenecientes a los asentamientos
campesinos.
El problema, fracaso, de la reforma
agraria ha llegado a un nivel, extremo, en que los gerentes provinciales y
regionales, responsables de la gestión institucional, han llegado a la conclusión
de no sanear ni auditar la posesión, el estatus, de las tierras pertenecientes
a la reforma agraria, pues ellos consideran
que la reforma agraria ha fracasado. En tal sentido consideran, ellos, que no
rentable, socialmente, sanear, recuperar e iniciar, en firme, el proceso de titulación
de las tierras, con el que se ha comprometido el superior gobierno, bajo la
premisa de que no hay condiciones objetivas y concretas para una reforma
agraria que lo único que hace es repartir tierras a cielo abierto y al margen
de todo una propuesta de desarrollo integral, con mercado seguro, servicios, y crédito
oportuno.
El Instituto Agrario Dominicano,
desde sus orígenes 1962, ha repartido más de 10 millones de tareas, de las
cuales más del 90% está abandonada y en manos
de terceros ajenos a la finalidad de la propia visión reformista
agrarista.
Características comunes del fracaso
de la reforma agraria
Las razones principales responsables
del fracaso de la reforma agraria en la Republica Dominicana, y toda América
Latina se debe a unos que otros factores, y que a juicio de expertos que han estudiado
la problemática son, entre otras no menos importantes, las siguientes:
a) reparto puro
y simple de tierras
b) ausencia de
un modelo productivo de fincas, aldeas, agropecuarias eco turísticas
c) carencia de
una visión rural urbana entramada a la reforma agraria desde una perspectiva moderna, con servicios, características,
y perfiles urbanos
d) ausencia de
mercado seguro para la producción agropecuaria
e) inexistencia
de una propuesta de industrialización en calidad de estadio superior a erigir a
partir de la producción agropecuaria de la reforma agraria
f)
carencia
de una escuela regional agropecuaria para padres, hijos y todos los trabajadores
vinculados a las tareas y proyectos agrícolas..
g) falta de titulación,
definitiva, de los terrenos pertenecientes a la reforma agraria
h) falta de crédito,
supervisado, a los parceleros..
i)
la
no existencia de un grupo de técnicos, asesores y consultores, permanentes para
brindar asesoría técnica a los parceleros
j)
descuido
y abandono, total, de parte de los administradores de los proyectos asignados
por las entidades rectoras de la reforma agraria
k) la no vinculación
o ausencia de un plan piloto, exclusivo, de reforma agraria para los ingenieros
agrónomos, veterinarios con miras a servir de fincas experimentales donde ellos
puedan poner en prácticas sus vivencias, conocimientos y desarrollar investigaciones
para mejorar la genética, pecuaria, y producción
agrícola
l)
ausencia
de una cooperativa agropecuaria regional para asegurar la comercialización y
pago, justo a tiempo, de las cosechas
m) el no pago de
los terrenos expropiados a los terratenientes para destinarlos a la reforma
agraria en el contexto de la cuota parte
n) falta de una
entidad, publica, con fondos suficientes para financiar los proyectos
entramados a mercado seguro de la reforma agraria en sentido general
o) la no
existencia de una entidad, jurídica, corporativa integrada por los parceleros y
técnicos para servir de medio, gestora, a la vez que defender los intereses de
la reforma agraria
p) falta da
seguimiento y calidad moral de las entidades y los funcionarios responsables
del proceso y la reforma agraria como
modelo productivo y
q) falta de
seguimiento de parte del Estado y los gobiernos de turnos..
Sin lugar a dudas que la reforma
agraria, en la República Dominicana, ha sido uno de los grandes fracasos
teniendo como principal responsable al Estado y a los gobiernos de turnos en
calidad de protagonistas de un reparto, libreto, de peor texto.
Sin embargo, tal basto fracaso no
nos debe comprometer al olvido, por lo que hay que dar la cara al problema,
fracaso, y retar el desafío que implica y conlleva rescatar del olvido tan
noble propósito programa, la reforma agraria.
Relanzar la reforma agraria es el
reto del presente y de los actores presentes de un liderazgo que parece ha sucumbido
a los errores del pasado presente.
Pero, si miedo a las circunstancias
y con el merito de desafiar los peligros hemos considerado oportuno, justo y
conveniente respaldar los esfuerzos del superior gobierno respecto a la titulación
de las tierras del Estado perteneciente a la reforma agraria, comunera, la
municipalidad y el Consejo Estatal del Azúcar.
Sin la titulación de la propiedad,
privada, en este caso de las tierras de la reforma agraria, no es posible
superar el estado de miseria y pobreza muy presente en las distintas zonas
rurales de la región sureste y todo el país.
La Comisión Permanente de Titulación
de los Terrenos propiedad del Estado el próximo 14 de noviembre del 2014 va a cumplir
sus dos primeros años. Su segundo aniversario estará precedido por un rosario
de obstáculos y pobres resultados.
El Consejo Regional de Desarrollo
Territorial, en sus dos primeros Congresos, el primero celebrado en diciembre
del 2012 y el segundo en abril 23 de 2014, ha venido exigiendo mayores energías
y respaldo, de parte de las autoridades y del propio Poder Ejecutivo, con miras
a lograr tan noble propósito, la titulación definitiva de las tierras de la
reforma agraria.
En ese mismo contexto hemos
tramitado al Poder Ejecutivo, al Instituto Agrario Dominicano y a la propia Comisión
Permanente de Titulación de los Terrenos propiedad del Estado. Los resultados
brillan por su ausencia.
El país no puede apostar por otro
fracaso, en este caso, de parte de la Comisión Permanente de Titulación de los
Terrenos propiedad del Estado. De fracasar el proceso de titulación de las
tierras, como parece ser, habría que buscar los responsables de tal fracaso en
sectores enquistados en la entidad rectora de la reforma agraria que tratan con
manos de seda a los terratenientes que han obtenido la propiedad, de manera
irregular, de más del 70% de las tierras pertenecientes a la reforma agraria en
todo el país y de manera patética en la región sureste.
Qué hacer?
Hemos tenido a bien sugerir
engavetar, cerrar, el Instituto Agrario Dominicano y el modelo de reforma
agraria, dado su fracaso en el país y toda América Latina, y en cambio crear el
Instituto de Desarrollo Territorial Rural para trabajar el campo desde una
perspectiva rural urbana a partir del modelo productivo de fincas, aulas, agropecuarias
eco turísticas entramadas a las cadenas de valor del territorio y a mercado
seguro.
Cerremos la inmobiliaria de la
reforma agraria.
El campo dominicano no resiste vivir
otro fracaso.
Manos a la obra!
Miguel Angel Severino
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