No hay nada menos cierto que
pretender entender que el Senador pertenece a la provincia, que, esta, lo
designa a través del voto ciudadano mayoritario y lo consagra Senador de la
Republica, por demás, conforme a lo establecido por la Constitución Política
del Estado, dominicano, en este caso.
Y es todo cierto, el hecho, que el
Senador es senador de la Republica, y sobre todo su ejercicio lo consagra lejos, ajeno, y divorciado de los
intereses de las cadenas de valor entramadas al desarrollo territorial en donde
es electo a la vez de ser su ‘’representante’’.
Y, si bien es cierto que el modelo y
el sistema de finanzas públicas, el sistema presupuestario y fiscal,
respectivamente, divorcian al territorio
del sistema de planificación en inversión pública, no es menos cierto que el
Senador, del territorio, en cada provincia, ignora los vicios y ventajas del
modelo presupuestario, a la vez que no ha
sido posible, para el Senador, formular los cambios que requiere el modelo de cara
a hacerlo funcional, operativo e incluyente, desde la perspectiva de la agenda
y la estrategia del desarrollo municipal, provincial y regional.
En un caso alarmante, y casi subrepticio,
el presupuesto público, en un alto porcentaje, se ocupa de las grandes obras,
de relumbrón, a la vez que no coloca en la agenda de las macros finanzas la deuda, y el pago de la misma, del Estado y
contraída respecto al aporte, ciudadano, al producto interno bruto, bruto por
interno.
Otra herida, filtro ajeno y
perjudicial en contra del territorio, lo constituye el ciclo presupuestario, el
cual consta de las fases de formulación, discusión, aprobación, ejecución,
seguimiento y evaluación presupuestaria. El modelo presupuestario se da en el
compartimiento estanco de la gerencia administrativa de cada ministerio, y
entidad pública, en la oficina nacional de presupuesto y en el ministerio de
economía, planificación y desarrollo. En él no participa el territorio, la
municipalidad, actor central y rector del desarrollo territorial, conocedor y
padecedor de la problemática menuda y mediana que, ciclo tras ciclo, el olvido
almacena en las esperanzas rotas del Estado.
Esta perspectiva juega en contra del
territorio, en virtud de que el modelo presupuestario orquesta un presupuesto,
ajeno, sin dar una lectura a las necesidades que afectan y separan, del estadio
del desarrollo, a las entidades entramadas a las cadenas de valor del
territorio. Por otro lado el sistema legislativo no interviene, desde el
territorio, en el proceso de cuantificación y/o cualificación de la problemática
municipal objeto del sistema nacional de inversión pública. Ambos modelos, el
sistema presupuestario y el legislativo, tienen que ser sometidos a un proceso
de revisión sistémica a nivel funcional gerencial, operativo y traslativo articulada,
como matriz de trabajo, en el Senado Territorial.
En el marco del esquema del Congreso
no es posible que el modelo presupuestario, vigente, incorpore las necesidades
del territorio toda vez que el ciclo presupuestario, y legislativo del,
presupuesto público deja de lado a la municipalidad, y eje transversal, a la
vez base de la pirámide del sistema integral de planificación del Estado y el
propio sistema de inversión pública. Las
pequeñas y medianas obras las filtras el conflicto de intereses de los actores
del mercado, quienes cambian el curso de la macro visión del gobierno en
desmedro de la cotidianidad ciudadana donde se incuba la democracia y que la
estructura funciones poderes del Estado, tradicional, relega. He aquí donde
cobra fuerza las propuestas del Poder ciudadano, el referéndum revocatorio ciudadano, el debido proceso
ciudadano, y la soberanía ciudadana llamadas, todas, a colocar y hacer del
ciudadano el centro del sistema político de la Republica, el propio Estado y el
gobierno.
Un aspecto, no menos importante y,
sobre todo, responsable de la inserción de las pequeñas y medianas obras, territoriales,
en el sistema presupuestario lo constituyen el alto costo del dinero, el riesgo
bancario, país, mercado, la falta de titulación de la propiedad privada y la
ausencia de una política de mercado seguro alrededor del aparato productivo en sentido
general.
El costo del dinero, bancario, saca
del mercado al sector motor y dinámico, multiplicador, del proceso de generación
de riquezas, divisas, ingresos y empleos productivos, el vinculado al sector de
la micro, pequeña y mediana empresa.
Ante este cuadro, desalentador, del
mercado, y sobre todo perturbador de las entidades entramadas a las cadenas de
valor del territorio, se hace más que necesario la creación del Senado
Territorial, el cual ha sido concebido para organizar las fuerzas productivas
del territorio alrededor de la agenda y la estrategia de desarrollo con miras a
colocar en primer, plano, la problemática que traba el proceso de generación de
riquezas en el contexto de la ruta y el tránsito hacia el estadio del
desarrollo.
Las micros, pequeñas y medianas
obras, territoriales, en el modelo del Senado Territorial, pasan a ser el actor
central, motor y rector del nuevo modelo productivo nacional articulador, por demás,
del resurgir del desarrollo rural urbano a partir del modelo productivo finca,
aula, productivo eco turístico.
la Oficina del Senado Territorial ha de funcionar a partir de agosto 2016, a la vez que el Senado Territorial estará integrado por un Senador Territorial y Sectorial designado, a su vez, por cada sector y/o entidad entramada a las cadenas del valor agregado del territorio.
la Oficina del Senado Territorial ha de funcionar a partir de agosto 2016, a la vez que el Senado Territorial estará integrado por un Senador Territorial y Sectorial designado, a su vez, por cada sector y/o entidad entramada a las cadenas del valor agregado del territorio.
El Senado Territorial apuesta por la
puesta en vigencia de un modelo productivo participativo y rector del
desarrollo rural urbano a instaurar a partir del verano del 2016.
Por el estadio del desarrollo, Senado
Territorial.
Hato Mayor merece lo mejor.
Miguel Angel Severino
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