La democracia ha sido tipificada, de manera
impropia, como el sistema político centrado en la soberanía del pueblo, el
derecho del pueblo a elegir, y, por demás, a controlar a sus gobernantes. Esta,
la democracia, no ha tenido espacio, agenda, para el entramado ajedrez
triangulado de objeto de estudios y tareas dejadas en el tintero del olvido muy
temprano.
Lo de soberanía popular, piedra angular de la
democracia, no ha podido rebasar la condición de sinécdoque al referir el todo,
pueblo, por el ciudadano que olvida y que no hace objeto ni sujeto de su
estudio, realidad enhiesta fracasada.
La democracia, desde su génesis, ha perdido la conexión
con el objeto, sujeto, real y verdadero de estudio, finalidad, estructuras y
tareas que han involucionado de espalda a la razón verdadera de ser, de la
democracia, el ciudadano dotado de ciudadanía por el constituyente, la Constitución
del Estado moderno.
Esta visión ciudadana, del ciudadano, es un sesgo
no solo de la democracia, pues lo es por igual de la República, de la Constitución,
del Estado, de la soberanía, y del gobierno respectivamente. Esta perspectiva
ciudadana, construida, eje transversal del mercado, de los agentes productivos,
y del modelo sistema político triangulado de la República, la democracia y el
Estado nos coloca desde el interior de la problemática que afecta a la familia,
y al conjunto de organizaciones entramadas a las cadenas de valor agregado del
territorio donde el ciudadano es erigido centro del sistema político triangulado.
El pueblo y la población, centro, de la democracia,
son una construcción tardía e insuficiente a relevar de cara a erigir al
ciudadano eje transversal de la democracia, la República, el Estado, el gobierno,
la sociedad y el mercado.
Dado que el ciudadano es el artífice, actor y quien
encarna y erige el derecho, los deberes, la norma, y el entramado y toda la
estructura organizacional del sistema político y de los subsistemas que lo
validan y dan vida institucional. Y en virtud de que el ciudadano es el actor decisional,
con derecho de elegir y ser elegible, consagrado en la carta magna, tiene que ser validado en calidad de objeto y
sujeto de la democracia convirtiéndola en ciudadana, per se.
Si bien es cierto que la Constitución política del
Estado moderno reconoce en tanto otorga rango constitucional a la Ciudadanía,
no es menos cierto que el Ciudadano brilla por su ausencia. Lo más cercano lo
constituye el nacional, dominicano, dotado de los deberes y derechos inherentes
a la Ciudadanía soslayando al actor
central, el ciudadano.
La democracia, la República, el Estado, la soberanía,
el pueblo, la sociedad no son más que meros
términos lingüísticos, parte del entramado retorico de la figura literaria
sinécdoque. De la teoría de las instituciones debemos pasar al estadio
ciudadano, al ser, actor estratégico de la familia, el pueblo, la sociedad, la nación,
la República, la democracia y el Estado. Propugnamos por un modelo, sistema,
ciudadano eje transversal de las políticas públicas del Estado del bienestar,
del cual es gerente responsable el gobierno y el mercado.
La democracia, a partir de la doctrina ciudadana,
es el sistema político que tiene por objeto colocar la ciudadanía, y al
ciudadana en particular, en el centro de las políticas públicas, del mercado, de
la República, del Estado, de la nación y del Gobierno, y, en especial, del sistema
político ciudadano tras el estadio del desarrollo territorial per se.
La democracia ciudadana viene a conformar el
portafolio doctrinal integrado por la doctrina de la ciudadanía, la República ciudadana, la soberanía ciudadana, el Estado ciudadano, el Poder Ciudadano, el Referéndum
Revocatorio Ciudadano, la Constitución Ciudadana y el sistema político ciudadano,
el cual evoluciona de los partidos políticos a las Candidaturas Ciudadanas.
La sociedad del siglo xxi nos reclama, de manera tardía,
dar contenido ciudadano al entramado filosófico, doctrinal, teórico e
institucional del modelo político ciudadano.
La naturaleza, estructura y tareas de la democracia
ciudadana es tarea para una próxima entrega.
Miguel Angel Severino
músico y poeta
No hay comentarios:
Publicar un comentario