Los
partidos políticos tienen sus génesis en la quiebra de la sociedad feudal, y su
transición hacia la sociedad industrial, en un contexto, histórico, cuando la burguesía
requería de un modelo y estructura organizacional para sustituir el estamento,
estrato, de la nobleza, clero, que respondía a los criterios feudales en cierne
como modelo, entramado, de lo que hoy conocemos como Partido, político.
De
la sociedad estamentaria, compartimiento estanco (de la nobleza, el clero, tercer
Estado, muy propia del feudalismo y el Antiguo Régimen), cerrado, pasamos al
modelo partidario, político, erigido, marcado, a partir de las clases sociales.
Este último, el modelo partidario, es una construcción de la sociedad moderna, de
finales del siglo xvii, el último tercio del siglo xviii, y énfasis en la primera
mitad del siglo xix en la Inglaterra y los Estados Unidos de Norteamérica.
Tanto
el modelo estamentario, de la sociedad feudal, como el partidario, democrático,
surgido con el Estado moderno. Ambos han cumplido su rol y misión. Cada uno ha
dejado una estela de sombras y luces, uno más que otro.
Los
dos modelos, cada una en su época, fueron
y son herramientas destinadas a servir de puente, vinculo, y sobre todo de política
de tipo instrumental para establecer una mejor relación entre la sociedad, el
pueblo, el mercado, los agentes productivos, la familia y el ciudadano respecto
al Estado / Gobierno. El derroche de pobreza, miseria, y la multiplicación de
los pobres nos reclama, hoy más que ayer, una reflexión profunda respecto lo
caro y costoso del sistema de partido, constituyendo una carga para el Estado y
la sociedad, y que el saber, filosófico, del siglo xxi está llamado a superar en
el corto plazo.
El
proceso de crecimiento y complejidad experimentado por la sociedad, el mercado,
el sector privado, el sector público, las ciencias administrativas, y la tecnología
y sobre todo por la escasa evolución experimentado por el Estado moderno nos
obliga a auditar la estructura, poder, funciones y tareas del propio Estado /
gobierno, y en especial el modelo político partidario democrático en el contexto
del sistema político de la Republica que parece agotado, por igual.
El
parto del Estado moderno, a partir de la controversia y el conflicto fiscal,
comercial, nos ha legado un Estado Jurisdiccional tardío, y sobre todo
divorciado del mercado, de los agentes productivos, y el concierto de las
organizaciones vinculadas a las cadenas de valor agregado del territorio. Los partidos
no han podido quebrar, ni superar el estadio de involución del Estado moderno que
erige y sugiere la problemática que hereda y reproduce la sociedad del siglo xxi.
El
Estado lo comportan, a saber, tres elementos: territorio, población y soberanía.
Su génesis lo constituye la controversia y el conflicto entramados a la problemática
del mercado, y la ausencia de un modelo productivo alrededor de la familia, en
calidad de agente productivo transversal del estadio tardío del desarrollo que
ha profundizado el modelo político, partidario, en tanto ha devenido a, y en ,
ser una carga parasitaria para las finanzas públicas y un impuesto, improductivo,
vía las debilidades del modelo de gestión del gobierno, a los agentes
productivos, en detrimento del capital de trabajo de estos, los agentes
productivos.
El
Estado jurisdiccional ha hecho de la función política un compartimiento estanco
judicial que multiplica las trabas burocráticas del desarrollo tardío, a la vez
que encarece y enmaraña la gerencia administrativa que le es propia y característica
de un modelo temporal que traba la fluidez del mercado, el desarrollo
inmobiliario, la banca y la generación de riquezas, divisas, ingresos y empleos
productivos.
El
modelo de relación entre el Estado, gobierno, el mercado, y los agentes productivos
ha sido alterado por la gestión política y su estructura organizacional y operativa, per se.
Los
Partidos políticos, hijos del Estado jurisdiccional, han multiplicado el modelo
y el carácter ineficiente de este, el Estado. El entramado organizacional, el
encuadramiento operativo de la militancia y de los dirigentes los conviertes en
un modelo piramidal, y ajeno a la democracia, per se, que los sostiene y erige
en dictadura, delegada, estatutaria.
La
teoría de la jerarquía, de la división del trabajo, el principio de la norma, y
la doctrina, clausula, de la reserva y
la concentración de y del Poder, en la cúpula partidaria, y el Jefe de la organización
política, han secuestrado la pluralidad, y el espíritu democrático partidario. En
virtud de ello la militancia, la organización, los dirigentes no son más que
parte del modelo de encuadramiento político que sirve a la usurpación y concentración
del poder en manos de una casta, minoría, autoritaria.
Este
modelo, agotado, político, partidario, ha secuestrado el mercado, las finanzas públicas,
el gobierno, para sí, y ha obstaculizado la evolución tardía del Estado desde
el siglo xvii hasta la sociedad del siglo xxi.
Tal
parecería que el pensamiento, filosófico, que da soporte al modelo político,
partidario, democrático, ha envejecido, pobre, y a la vez renunciado a su
propia evolución. Desde esta perspectiva hemos decidido apostar por el modelo
de Candidaturas Ciudadanas para la sociedad del siglo xxi que aspira a
profundizar la democracia ciudadana a partir de la ciudadanía soberana y dueña
de sí misma y para sí.
Continuaremos
en nuestra próxima entrega, con la estructura, naturaleza y tareas del modelo político
de las Candidaturas Ciudadanas.
Miguel
Angel Severino
No hay comentarios:
Publicar un comentario