Los partidos,
políticos, han sido definidos como aquella entidad de interés público cuya
finalidad es a de promover la integración y participación de los ciudadanos
desde una perspectiva democrática en tanto ser garante y vía de la integración y
representación territorial en la conducción del Estado nacional y local.
En teoría los
ciudadanos, políticos, comparten intereses, sectoriales, visiones de la problemática
territorial, principios valores, propuestas, proyectos y programas y objetivos
compartidos. Los partidos constituyen la herramienta, plataforma, para alcanzar
y ejercer el control del Estado, gobierno con el deliberado propósito de llevar
a la práctica un conjunto la filosofía institucional respecto al estadio del
desarrollo territorial.
Si bien es cierto
que la historia de los partidos, facciones, han existido desde siempre, no es
menos cierto que el partido
político, como lo entendemos ahora, es una construcción del siglo XIX en el Parlamento de Gran Bretaña con la organización estructural de los Tories y los Whigs en el Partido Conservador y Liberal respectivamente.
Pero, que nos queda
como legado de los partidos del siglo xix?
Los partidos políticos
del siglo xxi son una maquinaria, un modelo, donde la anarquía, la autoridad
caudillesca, la corrupción y la impunidad imponen su dominio a favor de una
casta que ha devenido a devorar todo vestigio de democracia, valores, y
principios morales y convivencia ciudadana. El modelo y la estructura vertical
de dirección despojan al ciudadano, militante, de toda voluntad, potestad, competencia,
derechos y deberes sociales, institucionales, democráticos, y políticos…
Sin proceso de
trabajo formativo, desprovisto de doctrinas, ideologías, principios y valores,
éticos y moral, los partidos han devenido en ser maquinarias electorales al
servicio del cohecho, la prevaricación, el nepotismo, la corrupción y la
impunidad, pura y simple, a lo interno y desde el Estado, gobierno. Pobreza,
miseria, delincuencia a granel, y pobres constituyen los mejores resultados,
baratos y caros, de la vida partidaria y el modelo democrático que pregonan.
De manos de la vida
partidaria el Estado, el mercado, han sido convertidos en instrumentos eficaces
del subdesarrollo, la miseria, y la pobreza colectiva..
Todavía, bien puede
ser barato y rentable eliminar a los partidos, y reducir el costo social, político
y financiero que representan para el ciudadano, pueblo, el mercado y toda la
sociedad, productiva, en su conjunto. Estamos a tiempo para pensar y erigir un
nuevo modelo ciudadano partidario, horizontal, eficaz y eficiente y de bajo
perfil costosiano, y sobre todo de alta rentabilidad moral y desarrollo
territorial.
Los partidos han
hecho de los valores, principios y la propia ciudadanía un mercado de
intereses, compra y venta de conciencia, barato.
Los males y peores
vicios de la sociedad del siglo xxi tienen pasaporte político, partidario..
El estadio del
subdesarrollo colectivo es el activo más preciado de un modelo político envejecido,
desgastado, y que hoy, más que ayer, pide, a gritos, la sociedad, toda, su desaparición.
Un Estado, Poder,
Ciudadano es la esperanza, sueño, de un despertar colectivo que exhibe, con
orgullo, la conciencia moral de una población, que el colectivo verde, desahoga
sus ansias democráticas y de desarrollo conculcado por un ‘’liderazgo’’
estercolero que regentea la existencia de un modelo partidario que se resiste a
toda muerte institucional, bien ganada en demasía.
La misión histórica de
los partidos políticos ha tocado fondo.. querer prolongar su existir es un
pecado y la peor afronta moral ciudadana.
La sociedad, toda,
del siglo xxi asiste al entierro de los partidos como expresión, institucional,
de la participación democrática y el sueño, truncado, del estadio del
desarrollo territorial..
A las aulas del
estadio moral ciudadano..
Miguel Angel Severino Rodríguez
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